En la década del 50 los psicólogos estudiaron
algo que llamaron la “socialización de
los niños” y lo convirtieron en el paradigma
que, desde entonces, recitaron al unísono
con pedagogos, educadores, sociólogos
y -lógicamente- padres.
Pero en 1997 una
perfecta desconocida envió a la prestigiosa
revista Psychological Review un artículo que
comenzaba así: “¿Tienen los padres algún
efecto importante a largo plazo en el desarrollo
de la personalidad de su hijo? En este
artículo se examinan las pruebas y se concluye
que la respuesta es no.”
El artículo tuvo tanta repercusión, y era tan
audaz y sólido científicamente, que fue premiado
con la máxima distinción para su rubro.
Después apareció el libro y usted estuvo a punto
de perdérselo porque no llegó hasta nuestro
paisito, el búnker planetario del psicoanálisis.
Todavía se consigue en España y la versión
inglesa está absolutamente disponible.
Pese a algunos errores garrafales de traducción, es un libro delicioso. Por cómo está narrado,
por su humor -sutil, irónico, fresco-, por su
prosa desacartonada, porque es un placer
leerlo. Pero como si esto fuera poco es absolutamente
científico, riguroso y de-mo-le-dor.
Estudiarlo es asistir al nacimiento de una nueva
era en la psicología de la personalidad.
El mito de la educación Por qué los padres pueden influir muy poco en sus hijos
Judith Rich Harris
Barcelona, 1999
Grijalbo, 532 páginas