Material de apoyo a las
Clases de Educación Sexual

NO es NO

(Especial para los chicos)

Una de las cosas que más debemos machacar los docentes interesados por la educación sexual es inculcarles a los muchachos que cuando una chica dice No es NO. Pero para que esto funcione ambos, chicas y chicos deben entender de dónde proviene esa confusión que tanto daño le hace a la sociedad.

Para empezar, la percepción diferente que ambos sexos tenemos respecto a las señales sexuales del otro sexo. Para una mujer un gesto de amabilidad de un hombre es sólo eso: un gesto de amabilidad. En cambio para un hombre un gesto de amabilidad de una mujer puede estar comportando una señal de acercamiento sexual. ¿A qué se debe? La respuesta es sencilla todo encuentro sexual puede derivar en una reproducción. Si un varón interpreta mal un gesto de interés sexual el costo es una potencial pérdida de descendencia. Por el contrario si interpreta mal un gesto meramente de amabilidad no pierde nada. (No se trata de una especulación consciente, son sus instintos los que actúan de esa manera). Ante un gesto ambiguo los hombres siempre se inclinarán por la interpretación favorable a sus genes. Es un mandato de los propios genes, que no quieren más que reproducirse y lo obligan a cometer esas equivocaciones.

En el caso de las mujeres es diferente, sus genes la obligan a atraer indiscriminadamente a cuantos más hombres mejor, ya que su estrategia reproductiva se basa en la selección del hombre que más le conviene, de modo que cuantos más haya disponibles, mejores oportunidades tendrá para elegir.

Por cientos de miles de años, durante los cuales diseñamos nuestros instintos, y los que vivíamos en tribus pequeñas de 100 o 200 personas, el no podría significar el fracaso definitivo reproductivo de un hombre. Eso explica la enorme carga emotiva de frustración que suele padecer un hombre cuando una mujer nos dice NO. Lo que hay que hacerle entender a los muchachos es que esa emoción ya no tiene sentido y que cuando una mujer nos dice NO, hay otras mil dispuestas a escuchar nuestra propuesta. 

Por otro lado, en el tiempo en que se formó nuestro instinto, las normas éticas y sociales eran muy próximas a la ley de la selva. Nuestros instintos no dejaron de incorporar esas modalidades.

Cuando escuchemos nuestros instintos no olvidemos eso. Nuestra sociedad actual (occidental), en cambio, impera la norma de respeto a las decisiones sobre el propio cuerpo; es fabuloso que así sea y debemos enorgullecernos de eso. Hay que hacer que los chicos lo entiendan de mil maneras posibles, porque en plena persecución y en caliente sus genes van a tratar de convencerlo que todavía está viviendo en la caverna.

Por último para las muchachas, es importante que comprendan la psicología profunda de los muchachos, que sean conscientes de cómo juegan a veces con ellos a atraerlos y repelerlos, qué apuros se tejen en sus cerebros y por qué. También por qué ellas mismas se comportan muchas veces con ambigüedad y si bien tienen todo el derecho de hacerlo, qué emociones se están poniendo en juego.

 

Algunos derechos reservados. Se permite su reproducción citando la fuente. Última actualización mar-16. Buenos Aires, Argentina.