Material de apoyo a las
Clases de Educación Sexual

Enfermedades de transmisión sexual

Es muy poco lo que la biología evolutiva puede decir acerca de las enfermedades de transmisión sexual. Y ello porque prácticamente no han dejado ninguna huella sobre nuestro comportamiento. El motivo fundamental es que la evolución de la convivencia de una especie (en este caso la nuestra) con un agente patógeno suele ser breve -en téminos evolutivos-, digamos 1.000 años, nada que pueda dejar una huella evolutiva.

Pero hay otros motivos. Nuestro estilo de vida ancestral, de tribus de 100 o 200 individuos, dificulta mucho la transmisión epidémica, y cuando un agente patógeno alcanza a un miembro de una tribu en pocas generaciones los sobrevivientes generan los anticuerpos como para mantener a raya al invasor.

Otro motivo es el siguiente: en la lucha por la supervivencia contra las enfermedades lo relevante -a los efectos evolutivos- es poder generar descendencia antes de morir por la enfermedad. El sufrimiento que la enfermedad provoca a la población no queda grabada en nuestros genes. Tengamos en cuenta que la longevidad media de nuestra especie fue de unos 35 años durante miles de siglos, y que los individuos procreaban mucho más jóvenes que hoy en día.

Pero igualmente podemos colegir que la transmisión sexual fue siempre una via de contagio ideal para los microorganismos, debido al intercambio de fluidos y al contacto de mucosas. Evidencia de ésto es la cantidad de defensas desarrolladas en la vagina para funcionar como barrera contra los gérmenes: extrema acidez, epitelio multiestratificado, presencia de células del sistema inmune y variados anticuerpos, entre otras.

Es muy probable, igualmente, que los contagios por transmisión sexual hayan obrado en contra de la promiscuidad, y frenado el alguna medida ese comportamiento que fue propio de nuestra especie. También es probable que haya constituido un freno contra la infidelidad.

De lo que no cabe duda es de que en la actualidad nuestra actitud con respecto a las enfermedades de transmisión sexual debe ser otra, debe ser consciente y responsable. El uso de preservativo es la mejor barrera para prevenir el contagio. Ponerse en riesgo uno mismo es estúpido (o si usted quiere, imprudente), pero poner en riesgo a un compañero sexual es recriminable (es falta de cuidado, de amor, de respeto por el otro).

Es cierto que hacer el amor es más placentero y cómodo sin preservativo que con él, pero la diferencia es nínima en comparación con los riesgos que se corren, y además es un método anticonceptivo seguro. Cuando se forman parejas estables debe ser en conjunto, en mutua confianza y en mutuo respeto que se tome la decisión de abandonar el preservativo con la asistencia de un profesional de la medicina que aconseje los análisis y los recaudos a tomar y la elección del método anticonceptivo.

Como son los docentes que se dedican a la educación sexual muchas veces las primeras personas que toman contacto con los jóvenes en la discusión de estos temas, es importante que manejen bien la información, conozcan bien las (enfermedades, vacunas, etcétera) y sepan acompañarlos y derivarlos a consultas profesionales cuando el caso lo requiera.

 

Algunos derechos reservados. Se permite su reproducción citando la fuente. Última actualización mar-16. Buenos Aires, Argentina.