Material de apoyo a las
Clases de Educación Sexual
El poder de la mujer
En la enorme mayoría de las especies los machos producen gametas minúsculas y baratas en cantidades astronómicas y el éxito reproductivo consiste es esparcir lo más que se pueda esas semillas. Las hembras, por su parte, realizan el gasto energético. Producen gametas grandes y nutritivas en muy poca cantidad y cuidan de cada una de ellas con esfuerzo y dedicación. Comúnmente también se ocupan del cuidado de la cría. Como consecuencia de ello los machos, además de esparcir cuanto puedan, deben competir contra otros machos por los favores de las hembras: que ellas elijan la propia semilla y rechacen las otras. Esta realidad se puede describir en términos económicos y constituye a las hembras como el recurso escaso.
Las especie humana no escapa a esta ley casi universal: el sexo empodera a las mujeres. Ellas, consciente o inconscientemente, hacen uso de ese poder. La mujer publicita su aptitud sexual y la utiliza como el factor de poder que en realidad constituye.
La posibilidad de obtener el favor sexual pone al hombre en una situación de inferioridad automática. (Tú serás quien me pueda dar este trabajo -por poner el ejemplo de una entrevista laboral- pero seré yo quien decida si me vas a coger o no).
El poder se extiende a las relaciones de pareja, porque a los hombres no solo les interesa el acceso sexual sino también la exclusividad.
Cuando los grupos feministas luchan contra la sexualización de la mujer (hecho que atribuyen a la sociedad machista y hetero patriarcal) olvidan que son las propias mujeres las que naturalmente usufructúan el poder derivado de la sexualidad de su persona, y que les va a costar mucho abandonar si es que realmente quieren hacerlo. |