Material de apoyo a las
Clases de Educación Sexual
Mercado de emparejamiento
Mercado de emparejamiento, así llaman los biólogos al agregado social en el que hombres y mujeres buscan y encuentran pareja, ya sea para formar una pareja estable o para un encuentro ocasional. Estos biólogos, ¡pero qué nombre más mercantilista y poco romántico! El motivo del nombre obedece a que descubrieron que las leyes del comportamiento en el emparejamiento se parecen demasiado a las del mercado de bienes.
Para empezar hay una marcada tendencia a la oferta y la demanda. La mujer, que es el recurso escaso, tiene mucha demanda; y el hombre, que es el bien (¿bien?) abundante, sobrada oferta. Usted tal vez proteste en el sentido de que hay tantos hombres como mujeres, básicamente 50% de cada uno. No es así, no importa el número sino el comportamiento. Un hombre le tira los galgos a cuanta mujer le gusta. La mujer, en cambio, se comporta como si no le gustara ninguno. Ya hablé de esto en otras notas.
Otro comportamiento significativo tiene que ver con la cotización, “la valoración de los bienes”. Está visto y comprobado que los emparejamientos se dan muy mayoritariamente entre personas de igual valor de emparejamiento. En los hombre lo que más cotiza es el poderío social, la cantidad de dinero, la fortaleza, el estatus social, aunque también la salud, el porte, cuán guapo sea (la belleza masculina), y también otras dotes, creatividad, inteligencia y humor. El la mujer lo que más se precia es la belleza y la juventud, le siguen el estatus social, la salud, el espíritu maternal la afabilidad y otros más.
Se ha visto también que si sólo se evalúa el estatus social los emparejamientos se dan entre iguales o entre hombres de mayor estatus social con mujeres de menor estatus social, pero que compensan su valor de emparejamiento con juventud y belleza.
Resultan significativas las variaciones de valor de emparejamiento respecto del tipo de relación que se busca en el mercado. Si se busca sólo sexo ocasional cotizan más unas variables; si se busca una relación estable, otras. Es muy loco, pero las estadísticas hablan por sí solas.
Y esto nos permite entrar en el tema de la educación. Uno de los componentes más importantes del estatus social es el nivel intelectual, el grado de escolarización, el título académico. Nunca dejo de advertirles a mis estudiantes que más allá de las ventajas del avance en el estudio y por ende en el estatus social, existe una ventaja sexual indudable en el valor de emparejamiento. Avanzar en el estudio o en la carrera no sólo permite augurar un mejor pasar económico futuro sino que posibilita mejores parejas, más bellas o más guapos, mejores minas, mejores tipos. Lo hago porque supongo –sólo supongo– que los predispondrá mejor para hacer el esfuerzo del aprendizaje pero, sobre todo, porque no encuentro ningún motivo para ocultárselos.
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