Material de apoyo a las
Clases de Educación Sexual

El factor fulana

Si un hombre se acuesta con muchas chicas es un genio. Si una mujer se acuesta con muchos hombres es una puta. No lo digo yo ni tampoco lo creo, se trata, más bien, de una creencia popular con fuerte incidencia en nuestra conducta sexual. ¿Pero a qué se debe? Mucha gente cree que se trata de una herencia cultural, de sociedades que reprimieron y sojuzgaron a la mujer y lo siguen haciendo. Yo creo que se trata, en todo caso, de una herencia biológica, y trataré de explicarlo.

La estrategia reproductiva femenina más exitosa que se estableció en nuestra especie de recién nacidos cabezones y prematuros, consistió en lograr que el hombre se asociara a la crianza en conjunto, o sea, convencerlo para que el hombre realice una inversión parental. Para lograr este cometido la mujer desarrolló la ovulación oculta, de modo que el hombre que desea fecundarla debe mantener relaciones sexuales con ella en forma prolongada.

Por otro lado le asegura esa disponibilidad sexual continuada, inaugurando así el sexo recreativo. Pero con esto no basta.
Para convencer al hombre de que realice su inversión parental la mujer debe convencerlo de que el vástago que ayudará a criar le es propio, es su hijo. O sea, la mujer debe asegurarle fidelidad. Y para que el hombre le crea ella debe mostrarse reacia a relacionarse sexualmente con facilidad. Debe convencerlo de  que no disfruta –o al menos no busca– la diversidad de compañeros sexuales. Debe al menos parecer muy selectiva con los hombres (empezando por quien quiere convencer), dar acceso solo luego de muchos cabildeos y prueba de garantías mutuas.

Cualquier indicio en contra de esta apariencia (que habitualmente refleja una realidad) atenta contra su estrategia reproductiva. Por eso, también, las mujeres casi nunca hacen alarde de sus conquistas ni relaciones.

Para el hombre se juega un poco al contrario, el éxito con las mujeres le indica a las mujeres que se trata de un hombre apto, que muchas eligen y que seguramente es un buen partido para realizar la apuesta genética al que sólo le falta el resto: convencerlo para la inversión parental. Para los hombres publicitar las conquistas es fomentar nuevas conquistas.

Se llama efecto fulana a toda la parafernalia de frenos, dilaciones, idas y vueltas, disimulos y ocultaciones, sentimientos de culpa que las mujeres imponen y se autoimponen para acceder o no a una relación sexual. Está en sus genes, es parte de sus instintos, muchas de ellas se sienten gratificadas al obedecerlos y se sentirían mal al transgredirlos.

Esta es nuestra herencia biológica. Importa cierta injusticia entre hombres y mujeres, pero no se puede derogar por decreto. Lo mejor que se me ocurre es que lo conozcamos, entender que proviene de arcaicos –y casi obsoletos– mecanismos de relación garantizados biológicamente para lograr el éxito reproductivo de la especie. Conocerlo, tal vez, ayude a superarlo.

 

Algunos derechos reservados. Se permite su reproducción citando la fuente. Última actualización mar-16. Buenos Aires, Argentina.