Material de apoyo a las
Clases de Educación Sexual
Enfoques sobre educación sexual
Hasta no hace mucho tiempo cuando una escuela se proponía dar clases de educación sexual a sus estudiantes convocaba a un médico que, amablemente, terminaba hablando acerca de anatomía y fisiología del sexo. Cargaba las tintas sobre el ciclo menstrual femenino, la fertilidad y –a lo sumo– la anticoncepción.
Este enfoque tan parcial acerca de la sexualidad y de las cosas que los jóvenes debían aprender recibió un duro revés de parte de los responsables de la educación que no tardaron en tildar de medicalista el enfoque antiguo. En su reemplazo diseñaron abordajes y contenidos sociales respecto de la sexualidad.
Este nuevo enfoque que en la Argentina recibe el nombre de educación sexual integral está instituido como obligatorio por ley y es, sin duda, infinitamente superior al tradicional ya que asume una dimensión mucho más abarcadora de la sexualidad, fundamentalmente los aspectos sociales y morales.
Lamentablemente el nuevo abordaje pecó de anticientífico desde la pretensión que la sexualidad es una dimensión humana puramente social en la que el costado biológico (cuando aparece) es apenas una restricción de segundo orden. Políticamente correcto y cargado de valores éticos acertados y deseables, el enfoque puramente social está destinado al fracaso toda vez que niega el origen profundamente biológico de la sexualidad humana.
En los últimos 30 años la ciencia ha avanzado muchísimo en el conocimiento de nuestra sexualidad. Se ha demostrado que la biología juega un rol central (y casi determinante) no solamente en nuestros diseños corporales sino en nuestro comportamiento, nuestros deseos, nuestros gustos. Ha demostrado también que el único modo de entender nuestras conductas sexuales, tanto las deseables como las indeseables, es a través del prisma de la ciencia y, fundamentalmente, de la teoría de la evolución de Darwin.
La visión medicalista es apenas un ínfimo fragmento de una realidad biológica de enorme dimensión. Y para poder cambiar algunos aspectos de nuestra sexualidad –algo que deseamos todos– es absolutamente necesario conocer la historia evolutiva. Somos rehenes de esa historia.
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