Material de apoyo a las
Clases de Educación Sexual
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“No me visto para atraerte, me visto para estar cómoda”. Se trata de una queja muy frecuente de las mujeres cansadas o molestas de los lances –muchas veces groseros o desubicados– de los hombres. Ahí hay un conflicto, y la mejor manera de resolverlo es conocer el fondo del problema. Lo cierto es que te vestís atractiva para atraerlos. Lo quieras o no. Todo tu cuerpo es un aviso publicitario sexual. Tus pechos, por ejemplo, ¿qué pensabas? ¿Qué eran órganos para la lactancia? No. Las glándulas mamarias funcionan perfectamente en el pecho más chiquito e insignificante. No hay correlación alguna entre el tamaño de las mamas y su eficiencia secretoria. Las tetas son un atributo sexual con la que la naturaleza proveyó a la mujer para atraer a los hombres y no para otra cosa. No las consultó si ellas querían atraerlos o no. Las obliga. Como obliga al pavo real a abanicar esa vistosa cola o a las babuinas a expeler un fuerte olor por la vagina para indicar que están en el momento fértil.
Todo tu cuerpo femenino es un aviso publicitario sexual: la cintura fina, las caderas anchas, la voz aniñada, y decenas de etcéteras más. En general se trata de engaños, pero están inteligentemente diseñados para atraer a los hombres, y vaya si lo logran. Si tu vestimenta resalta el aviso o lo atenúa es algo que vos sabés perfectamente, pero no niegues ni olvides que se trata de tu sexual advertising.
Ahora, ¿por qué la naturaleza habrá sido tan perversa de construirte como un maniquí para la vidriera? La respuesta es sencilla: la estrategia reproductiva femenina es exitosa cuando la mujer elije, cuando selecciona su compañero sexual. Y la selección es más exitosa cuantos más candidatos se presentan. Por eso tus genes –que son en verdad los que quieren esparcirse y perdurar en el tiempo sin importarles demasiado tus aspiraciones filosóficas– te hicieron de esa manera: atractiva hacia los hombres.
Que exista un conjunto nutrido de idiotas que no saben respetar la privacidad o la tranquilidad de una mujer, o que no tienen registro de la oportunidad, o que son incapaces de distinguir entre el piropo y la grosería, ese es un asunto que lleva mucho tiempo y es resorte de la educación. Y responsabilidad de todos (no sólo de los hombres).
Pero por otro lado, entender la sexualidad y la atracción sexual y sus mecanismos, le brinda a las mujeres la posibilidad de manejar mejor su ánimo frente a las demostraciones de interés (agradables y desagradables), y hasta regular la calidad, momento y lugar de su exposición, para poder disfrutarla y no tener que padecerla.
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