Esta sencilla transformación que narra el enunciado es réplica de un experimento fundacional de la termodinámica, que realizó el físico inglés James Joule (1818-1889).
Se trata del fenómeno paradójico de la expansión libre. Digo paradójico porque la experiencia indica que toda expansión gaseosa lleva aparejada una disminución de la temperatura. El desodorante en nuestra axila siempre está frío; soplar con fuerza enfría; cuando hay viento disminuye la sensación térmica; para congelar rápidamente una muestra en el laboratorio se usa un aerosol spray de alta presión; las heladeras y demás máquinas frigoríficas -como el acondicionador de aire- funcionan haciendo expandir un gas; etc., etc. Pero acá, en la expansión libre: no. ¿Qué es lo que pasa?
Vamos a pensar la transformación desde la óptica del primer principio de la termodinámica:
Q = ΔU + L
La parte sencilla es el primer término: como la cámara es adiabática, y del vacío no se puede extraer calor, es obvio que nuestro gas no lo da ni lo recibe, luego Q = 0.
Lo que viene no es obvio: resulta que el trabajo también es nulo, porque pese a que hay un cambio de volumen y que el gas se encuentra en todo momento a una presión considerable que arranca a 100 kPa y termina a 50 kPa (en una nota, abajo, te cuento de dónde saqué esto) ¡no empuja nada que se mueva!, ¡no hace fuerza contra ningún otro cuerpo que logre desplazar!, ¡no hace trabajo!, luego L = 0.
Finalmente, según surge del primer principio: |