Como con la velocidad, esos cocientes siempre están determinados (cuando las funciones representan movimientos reales). Pero además, las funciones describen perfectamente las condiciones a las que nos somete nuestro universo.
No podemos pasar de una posición a otra sin pasar por las infinitas posiciones intermedias. Tampoco podemos pasar de una velocidad a otra sin pasar por las infinitas velocidades intermedias. La aceleración sí, en cambio, puede saltar de un valor a otro sin que el universo se destruya y por eso le damos poca importancia a la derivada de la aceleración, el tirón.
De estas boludeces tan sorprendentes me avivó el libro de Juan Roederer, Mecánica Elemental, EUDEBA, 1963, que yo leí apasionadamente como si de una novela de aventuras se tratara.
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