Las lecciones del Maestro Ciruela
Uniformes

Todavía quedan muchas escuelas secundarias (de las privadas ni hablemos, aunque les caben las mismas apreciaciones que a las públicas) en las que se obliga a los estudiantes a vestir ropa uniformada o se les impide vestirse como se les cante la real gana.

También ponen reglas para el peinado, para los adornos, etcétera. Este capricho institucional (muchas veces fogoneado por los padres) es anacrónico, autoritario y militarista. Muchos chicos se rebelan, y con justicia.

El argumento igualitarista equivale a no querer ver la realidad. Como dice mi amigo el geólogo Pablo Pazos al referirse a los guardapolvos blancos de Sarmiento: no es igualitarista sino camuflativo. Es bueno que lo que ocurra entre los estudiantes fuera de la escuela también entre a ella, y así los educadores tendrán la oportunidad de barajar problemas como la ostentación, la denigración, la falta de austeridad, la integración, la discriminación o cualquier otra manifestación juvenil que sea necesario trabajar.

La obligación de uniformidad no sólo es innecesaria sino que es contraria a la personalidad de los estudiantes. Se trata de una afrenta injusta, retrógrada. Para que la enseñanza funcione los docentes deben convertirse en defensores activos de los derechos de los estudiantes: todo aquello que la ley y la constitución consagra como parte de la libertad individual debe ser respetado dentro del establecimiento escolar. Lo que se permite hacer afuera debe permitirse adentro. Esa es la primera lección de los derechos humanos.

 
La mayoría de las escuelas privadas exigen a sus estudiantes uso de uniformes. Esta manifestación elitista les enseña desde chiquitos a creerse diferentes del resto de la población. Ese mensaje es claro: "somos mejores". Pero no siempre se advierte el resultado oculto: una sociedad que vive de apariencias, en la que la cosmética es más importante que el contenido.
 
   
Algunos derechos reservados. Se permite su reproducción citando la fuente. Última actualización feb-11. Buenos Aires, Argentina.