Las lecciones del Maestro Ciruela
Tête-à-tête

La docencia no debe -no puede- agotarse en el aula. El profesor lejano, inalcanzable, aislado en un mundo ajeno es un desperdicio de grandes oportunidades.

En ciencia existe un modelo social que solemos llamar la relación discípulo-maestro. Sigue siendo efectivo, sigue siendo elegido por los sistemas científicos de promoción y de investigación. No hay que esperar a practicarlo cuando se están por alcanzar las metas. Hay que comenzar en los primeros pasos, cuanto antes mejor.

Tanto en la educación universitaria como en la educación secundaria los docentes tienen que hacer un esfuerzo por dejar las puertas abiertas para establecer esos vínculos personalizados de la enseñanza-aprendizaje. No deje de presentarse con amplitud generosa el primer día de clases. No se pierda de contar en dónde más trabaja y cuáles son sus proyectos vocacionales, sus inquietudes, sus sueños. No deje de escribir en el pizarrón su correo de e-mail. Mencione cuál es la oficina, el laboratorio, o la sala de reunión donde lo encuentran fuera del aula.

Cuando los estudiantes empiecen a llegar, aunque sólo sea por evacuar una consulta, ahí encontrarán -ambos- la oportunidad de establecer ese vínculo personal que nunca es despreciable.

Aproveche para sondear sus intereses y aptitudes, dé consejos hechos a medida, y siempre va a poder encontrarle la vuelta para proponerles actividades creativas. Los encuentros cara a cara son un filón de oportunidades para facilitar el aprendizaje y -quién le dice- forjar vocaciones.

 
 
   
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