Las lecciones del Maestro Ciruela
Rozamiento
Supongamos que un automóvil se desplaza con velocidad
constante por una ruta rectilínea en condiciones normales y reales, sin despreciar ninguna interacción. ¿Existe alguna fuerza de rozamiento
entre los neumáticos y el pavimento? (Fuerza neta, o sea, sumando las de las cuatro ruedas). Y si existe, ¿qué otra fuerza
restablece el equilibrio? Si no existe, ¿para qué es necesario que
el motor siga haciendo fuerza? Y la pregunta del millón... Si su respuesta es que sí, que hay una fuerza de rozamiento neta entre los neumáticos y el pavimento... ¿para dónde apunta esa fuerza?
Respuesta:
Sí, hay una fuerza neta de rozamiento entre los neumáticos y el pavimento... ¡y apunta hacia adelante!, por supuesto, y
ello contra todas las previsiones de los estudiantes y un buen número de
docentes y graduados acostumbrados a repetir sin pensar: "la
fuerza de rozamiento apunta en sentido contrario al
movimiento". La fuerza que equilibra a este rozamiento hacia adelante es otro rozamiento, este otro con el aire, y apunta hacia atrás.
La fuerza que hace el motor es para mover las ruedas y que éstas empujen el pavimento hacia atrás. El pavimento es demasiado duro y solidario con la Tierra maciza, pero además cumple con la tercera ley de la dinámica -también llamada principio de acción y reacción- de modo que si el auto empuja el pavimento hacia atrás el pavimento empuja el auto, por rozamiento, hacia adelante.
El motor gasta una cuota considerable de energía en contrarrestar otro rozamiento más, ahora de tipo interno, que resulta de hacer girar las ruedas sobre sus ejes y otras piezas del propio motor sobre sí mismo... para alegría de las petroleras.
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