Las enseñanzas del Maestro Ciruela
Teoría de los dos demonios

Tengo el privilegio de ser leído -y escuchado- por muchos jóvenes. Esto me obliga a una responsabilidad civil que consiste en explicarle este asunto de enorme importancia a los jóvenes que no vivieron la época de la dictadura militar en la Argentina (1976-1983) y que lamentablemente deben soportar las voces de los negadores o deformadores de la historia reciente.

El caballito de batalla de estos negadores y deformadores de la historia es lo que se llama la teoría de los dos demonios, que básicamente postula que en la Argentina hubo una guerra entre dos bandos de malos. Por un lado los militares y por otro grupos subversivos, armados, guerrilleros y/o terroristas. Algunos, incluso, le endilgan a esa guerra un tinte ideológico: de derecha los militares y de izquierda los grupos guerrilleros.

Esta postura es FALSA por los siguientes motivos:

PRIMERO, para que se pueda hablar de una guerra se necesita que haya dos ejércitos regulares y, sobre todo, normas de guerra (leyes internacionales que los ejércitos deben cumplir). Ninguna de las dos cosas existió, los grupos guerrilleros no formaban un ejército regular y no hubo normas de guerra: no existía la posibilidad de rendirse, y los prisioneros no gozaban de ningún derecho.

SEGUNDO, los militares usurparon el poder del Estado, y llevaron a cabo su accionar criminal desde esa posición. Las fuerzas armadas que el pueblo solventa con sus impuestos traicionaron el mandato popular de defender la ley y las instituciones de la República, usurparon la suma de poder de la Nación disolviendo el resto de los poderes y lo utilizaron para llevar a cabo un plan criminal. El modus operandi fue el terrorismo más espeluznante que se pueda imaginar. El robo, el asesinato, la tortura, la violación y todas las atrocidades que se puedan imaginar y cuya magnitud hace palidecer las prácticas medievales más aberrantes se llevaron a cabo con total impunidad. O sea, el pueblo estaba indefenso y a merced del capricho de los militares, como si fuesen dioses.

Eso no se llama guerra sino Terrorismo de Estado. No hay posibilidad de confusión entre una guerra entre dos fuerzas y una usurpasión de poderes y el monopolio de la fuerza.

Los poderes del estado reconstituidos luego de la dictadura caracterizaron la acción de los militares como genocidio y sus crímenes, de lesa humanidad. Eso implica que esos delitos no prescriben y deben ser perseguidos y castigados sin importar cuánto tiempo haya pasado desde que los cometiron. De hecho la desaparición de personas y el robo de bebés y supresión de la identidad son crímenes que se prolongan en el tiempo y aún continúan.

La violencia sólo engendra violencia. No se puede derrotar la violencia con más violencia. El ejemplo que le dieron al mundo las organizaciones de derechos humanos argentinos es enorme: NO A LA VENGANZA, SÍ A LA VERDAD, SÍ A LA JUSTICIA.

Vivir sumergido en el terrorismo de estado es la peor vida que se puede imaginar para una persona. Y el mejor resguardo para que no nos vuelva a ocurrir es mantener viva la memoria (algo que al pueblo argentino le cuesta mucho realizar), y es la única garantía del NUNCA MÁS.


 
 

Varios deformadores de la historia (que en realidad no son otra cosa que defensores del genocidio y la barbarie) propalan la idea que "la otra parte", "los subversivos" también deben ser juzgados.

En eso tienen razón ya que en el estado de derecho nadie está por encima de la ley. El problema es que no se los puede juzgar porque fueron secuestrados y se hallan desaparecidos y en la Argentina es imadmisible el juicio en ausencia. Ojalá hubieran sido juzgados afrontando cargos y pruebas, con su derecho a defensa y todas las garantías de la ley de las que ahora gozan los criminales.

 

Durante la dictadura militar en la Argentina, entre 1976 y 1983, se secuestraron y desaparecieron miles de personas. Muchas mujeres embarazadas dieron a luz durante su cautiverio. Los niños nacidos en esas circunstancias fueron parte del botín de guerra de aquellas hordas asesinas. Al los prisioneros se los torturaba sistemáticamente con picana eléctrica y otras monstruosidades. A las prisioneras mujeres se las violaba, también sistemáticamente.

Se calcula que la cantidad de personas desaparecidas es 30.000.

La cantidad de niños robados y privados de su identidad se calcula en 500.

   
Algunos derechos reservados. Se permite su reproducción citando la fuente. Última actualización may-16. Buenos Aires, Argentina.