Las enseñanzas del Maestro Ciruela
APRENDIENDO A LOS MACHETAZOS
Siempre fui partidario del examen a libro abierto. Si se quiere ser coherente con una enseñanza para el razonamiento y no para la memoria, no puede tomarse un examen que no sea a libro abierto.
Pero es verdad que tiene algunos inconvenientes: no siempre se dan las condiciones necesarias del material bibliográfico para hacer un examen serio y objetivo para toda la población de estudiantes examinados, ni las condiciones necesarias del lugar, ni las del tiempo.
Un instrumento excelente que reúne todas esas condiciones es el "machete" permitido. El término machete proviene de la idea de enrollar un papel con la finalidad de poder esconderlo fácilmente y desenrollarlo para copiarse en el momento indicado. La forma cilíndrica del rollo induce el nombre.
En cambio el permitido, el que no hace falta esconder, consiste en el material que el estudiante considere que le puede servir durante el examen, que contenga -por ejemplo- fórmulas, ecuaciones, ejercicios resueltos, apuntes, consejos, advertencias, lo que cada uno quiera y decida. Y, lógicamente, que no lo comparta con sus compañeros. En muchos lugares donde esta modalidad se utiliza, se prefiere que se trate de una sola hoja, aunque yo no le veo inconveniente a que el estudiante lleve al examen hasta su propio cuaderno.
La tarea de la confección del machete, por sí sola, constituye una formidable instancia de estudio, y suele ocurrir que quienes se esmeran en su preparación luego, en el examen, no lo necesitan ni lo usan. Por el contrario quienes concurren con un machete abarrotado de información suelen tener bajo rendimiento, independientemente de que lleguen a usarlo.
A los estudiantes cuyos docentes no les permiten usar apuntes o machetes durante sus exámenes y pretenden agrandarles antiestéticamente la cabeza obligándolos a memorizar idioteces yo les recomiendo fervorosamente usar machetes prohibidos, aguzar la imaginación para esconderlos con creatividad y resistir el cometido de sus profesores de llenarles la memoria con lastres absurdos.
Y si los pescan pueden decir con toda confianza que yo se los recomendé... y que me la banco.
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