Las enseñanzas del Maestro Ciruela
HISTORIAS DE LA CIENCIA
Muchos colegas desdeñan las historias de la ciencia porque sólo encuentran en ellas algo así como un chusmerío sobre los genios. Aunque sólo de eso se tratara no habría que desdeñarlas ya que le pondrían una cuota de calidez humana a un relato, a veces, demasiado técnico, demasiado frío.
Los seres humanos estamos ávidos de chusmerío, las anécdotas que tienen que ver con los celos, con el odio, el amor, la revancha, el desafío, la traición, la lealtad, el sufrimiento, y tantos otros. Cualquier referencia chismosa que anotemos al margen de un desarrollo teórico de Física, de Química o de Microbiología, es probable que funcione como hito en el recuerdo de los jóvenes. Esos mojones son útiles y, por otro lado, embellecen su clase.
Pero las historias de la ciencia suelen tener una lección mayor: del mismo modo en que se la puede tomar meramente como un disparador o una ilustración, también se la puede tomar como una guía poderosa que delinea los ejes centrales de una disciplina. Una comprensión profunda de las preguntas y las respuestas que fueron hilvanando el conocimiento son el conocimiento. Quien conoce el producto de la ciencia es un genio; quien además conoce la historia de cómo fue gestado, es un sabio.
Todo esto me lo enseñó un amigo, Marcelo Nicolás Recalde, un amigo entrañable que yo tuve, y cuya novia me ponía loco... resulta que un tórrido día de verano...
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