Las enseñanzas del Maestro Ciruela
SEXISMO A FULL
Dicen que Don Ciruela es sexista

No me faltan detractores: hay algunos que andan por ahí diciendo que Ciruela es sexista. A ellos y ellas dedico este breve escrito que aclarará la cuestión.

Se pretende -ya casi está hecho- redefinir la palabra género. En su acepción correcta, género no es más que un accidente gramatical, un compromiso de concordancia entre sustantivos, pronombres y adjetivos. En el español y en casi todas las lenguas que derivan del griego y el latín hay tres géneros: masculino, femenino y neutro. Pero en otras lenguas la cosa cambia. Por ejemplo algunas lenguas africanas distinguen seis géneros, y desafío a cualquier lector que le busque correspondencias sexuales. En lenguas indoamericanas hay sólo dos géneros, que distinguen sustantivos animados de los inanimados.

Aprovechando que género no tiene por qué coincidir con el sexo de la palabra que califica -si es que lo tuviera-, a algunos sesudos pensadores les sedujo la idea de usar género para aludir no al sexo en sí mismo sino al rol sexual, la apariencia sexual, la inclinación sexual, la identificación sexual, que como todos saben no siempre coincide con el sexo biológico de las personas. Aunque ya casi es un hecho y falta poco para que esta nueva acepción empiece a figurar en reputados diccionarios, creo que es un grave error, ya que elude asumir responsabilidades y compromisos con la justicia sin dejar de llamar las cosas por su nombre.

Lamento muchísimo tener que coincidir en esto con nuestra santa madre iglesia católica. A los curas la palabra género les pone los pelos de punta, ya que consideran que es un intento de legalización de la homosexualidad como un tercer sexo. Son unos necios: no advirtieron la inmejorable oportunidad de incluir en la volteada el sexo de los ángeles, cuya explicación es una deuda con la sociedad que, me temo, quedará impaga.

Pero más allá de de qué género es el género, la cuestión que aquí me ocupa es la ridícula tendencia -fogoneada sobre todo por grupos feministas- que entrevé en los usos gramaticales designios machistas, tendencias misóginas y homofóbicas, cuando no ardides conspirativos. Esta tendencia que ha colonizado el universo de los discursos políticos y documentaciones ministeriales, consiste en negar el carácter genérico del género masculino del plural que puede aludir tanto a elementos masculinos como a masculinos y femeninos. Así por ejemplo en los libros “políticamente correctos” ya no se lee los niños en alusión a niños y niñas, sino que el autor pone los niños y las niñas. Estos textos tan “políticamente correctos” suelen ser mucho más ambiguos que los textos corrientes. Pienso que es sólo una moda pasajera que sucumbirá ante el poderoso principio de economía (como fuerza modeladora de las lenguas), pero no deja de molestarme ese componente cursi y ridículo que se cuela en este modismo pretendidamente progresista.

Para no ser sexista en el lenguaje, yo les pregunto: ¿habrá que escribir “el perro y la perra son los mejores amigo y amiga del hombre y la mujer”?* ¿Puedo aspirar a ser un buen periodista, o debo exigir ser periodisto? ¿Nunca más podré hablar de mis padres? ¿Puedo seguir diciendo masculino y femenino, o desde ahora debo invertir los órdenes y decir femenino y masculino, caballeros y damas? ¿Las jirafas... serán más astutas que los jirafos?


*Brutal ironía adjudicada a Javier Marías en nota de El País.
Algunos derechos reservados. Se permite su reproducción citando la fuente. Última actualización feb-07. Buenos Aires, Argentina.