Las enseñanzas del Maestro Ciruela
Evaluaciones

Todos los instrumentos de evaluación: preguntas, cuestionarios, ejercicios, problemas... tienen que estar disponibles y accesibles a todos los estudiantes y al público en general antes de que se inicie el curso en el que van a estudiar. -Pero, Ciruela... ¿usted me está cargando? -No, se lo digo en serio. Muy en serio. Y se lo voy a explicar.

Si los estudiantes saben de antemano hacia dónde va el conocimiento les posibilita tomar el aprendizaje en sus manos, les ayuda a organizarse, les indica cómo distribuir la atención. Piense por un instante que las cosas que usted evalúa son las que los alumnos terminan percibiendo como las más importantes (si no como las únicas importantes). Comunicar eso durante el curso lleva un montón de esfuerzo; en cambio, mostrado en el examen, se convierte en automático y natural. Con ese saber los estudiantes son capaces de ponerle objetivos al aprendizaje en lugar de devanarse los sesos preguntándose permanentemente qué quiere y a dónde me lleva el docente.

Por otro lado, anticipar los objetivos de aprendizaje mostrando de antemano qué cosas deben terminar siendo capaces de resolver o contestar, establece un compromiso mutuo, un pacto de honestidad académica indestructible. Ya no va a tener que pelear usted solo para llegar a cumplir el programa. Los estudiantes serán sus aliados. Es un contrato con los estudiantes y con la sociedad.

La llegada del examen, por otra parte, deja de ser una desagradable lotería de sorpresas indeseadas, arteras, tramposas, miserables, para transformarse en una devolución de conocimiento ya autoevaluado. El temor, la ansiedad y la angustia previa disminuyen significativamente y mejora el rendimiento durante el examen.

No me diga que anticipar las preguntas de las pruebas le quita gracia a la misma prueba y que teme que resuelvan de memoria en lugar de aplicar los razonamientos que -se supone- usted ha tratado de enseñar. Publicite una cantidad tal que sea imposible de memorizar. Cambie números, nombres, situaciones sin alterar el espíritu de la pregunta o el problema; arme listas extensas con preguntas de respuesta múltiple (eligiendo las respuestas de entre las que sus estudiantes pasados respondieron); recopile todos los exámenes que para cada curso ya tomó hasta ahora. Si junta suficiente material, esta práctica -además de ser un acierto didáctico- le ahorrará trabajo a la hora de armar nuevos temas de examen: puede usar el material que juntó.

La recopilación de material de evaluación tiene otra ventaja: se trata -en general- de material ya probado, que pasó la prueba de no contener errores, ambigüedades. Se trata de un conjunto depurado. Y recurrir a ese fondo de material de evaluación es garantía de tomar exámenes sin yerros enojosos para todo el mundo.

Una vez un colega se quejó de mi propuesta: supongamos que un estudiante es capaz se memorizar TODO el material, cómo hacemos para saber si aprendió algo. Mi amigo, le respondí, no existe modo de diferenciarlo.


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