Las enseñanzas del Maestro Ciruela Estatuas
Hay quien anda diciendo por ahí que el buen docente es necesariamente
un actor. Y tal vez haya en ello algo de razón. Pero sólo algo. De lo que puede
estar seguro es de que el buen docente es aquel capaz de mantener la atención
del auditorio: que los alumnos no se aburran, que no se duerman, que no quieran
cambiar de canal. Para esto hay varias reglas que usted puede atender. Una de
ellas, muy sencilla, es la siguiente: MUÉVASE. Pasee, visítelos en sus pupitres,
sus bancos, sus pasillos llenos de incertidumbre. Si suelta la osamenta tal vez
descubra (si ya no lo hizo) que su propio cuerpo humano es un muñeco apropiado
para experimentar y demostrar la mecánica newtoniana, o cualquier otra cosa de
la que esté hablando.
No se pretende que realice un despliegue
coreográfico al estilo Hollywood... no hace falta la mímica de Marceau ni la agilidad
de Kelly. Pero no se quede parado como una estatua porque las criaturas de hoy
viven haciendo zapping, y -aunque también se logra- es mucho más
difícil hacerlos disfrutar de un museo.
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