Las enseñanzas del Maestro Ciruela
Las letras escritas

No se dan cuenta. Si uno se los reclama o indica te miran como si les estuvieras contando un cuento de marcianos invadiendo la Tierra. Y si llegan a entenderte ponen la misma cara que pondrían si les pidieras que se peinen con raya al medio... a usted qué mierda le importa cómo me peino.

La cuestión es que se trata de una habilidad que está desapareciendo: escribir bien, en forma legible, de manera correcta. Y no me refiero al hecho de escribir sin errores de gramática, sintaxis, ortografía (¡qué pretencioso!), me refiero simplemente a escribir legible y con un tipo de letra que más le guste... pero un sólo tipo. Una enorme población mezcla minúsculas, con mayúsculas, con imprenta, con cursiva, con petisa, con alta y con inclinaciones diversas. Caóticamente. Sin ningún sentido.

Resignado, sólo les pido que aprendan a escribir bien su apellido y que lo hagan en mayúscula de imprenta... el resto me lo banco... pero me pone de muy mal humor recibir un examen, un trabajo, y no poder encontrarlo en la lista del curso (aclaro que manejo cursos de 100 o 150 estudiantes, y que suelo tener asistentes de otros cursos) y no saber a quién corresponde esa nota.

   
 

Lo más pintoresco son los estudiantes que utilizan letras de fantasía: la F invertida, la i con redondelito en lugar de puntito, la E sin el palito vertical... y la creatividad sigue.

     
   

Suelo redondearles el apellido acompañado de un signo de interrogación y les escribo el apellido, correctamente, en el margen superior. Cuando reciben el examen corregido me miran y con los ojitos me dicen: se me acaba de caer un ídolo.


  
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