Las enseñanzas del Maestro Ciruela
Las encuestas estudiantiles
sobre la calidad docente
Se trata de una cuestión bastante sencilla: cuando termina el curso usted le entrega a cada alumno una encuesta para que los jóvenes completen en forma anónima. Hay que darles garantías de que efectivamente nadie podrá reconocer la autoría de cada encuesta. Y allí uno puede preguntar lo que sea: por ejemplo, si el docente respondió correctamente las preguntas que formularon los párvulos, si les brindó un trato afectuoso, si se le entendió durante las explicaciones, si tomó exámenes con problemas acordes a los que desarrolló en clase, si quedaron con la sangre en el ojo después de la prueba sorpresa... en fin, lo que a usted se le ocurra. Suele ser muy aleccionador dejar un espacio abierto para que el estudiante haga los comentarios que se le ocurran, a lo que venga.
Me ha tocado trabajar en instituciones donde las encuestas estaban bien establecidas y admitidas como una costumbre, y en otras donde sólo insinuarlas tenía sus riesgos. Siempre había compañeros de trabajo que encontraban excusas para invalidar la propuesta de tomar la encuesta, y los directivos descreían que en los establecimientos educativos donde funcionaban las encuestas tuvieran un estándar de calidad superior.
La relación docente-alumno, admitámoslo de una vez, es una relación de poder. Es muy difícil romper ese esquema, e incluso hay quienes se aferran a ese dominio (personas e instituciones). Por eso la instancia de devolución desde el anonimato suele traer sorpresas.
Mire, colega, juéguese. Ensaye la encuesta si no la vivió antes, y verá que se aprende a convivir con ella... y se aprende de ella. Aunque parezcan tontos, aunque sean unos ignorantes, unos idiotas... tienen cosas importantes para decirnos, cosas que nosotros no podemos saber, porque nosotros no nos vemos dando clase, ni nos escuchamos, y aunque estemos en el mismo lugar nos quedamos en bolas... y hay cosas que nos pasan por al lado sin que nos demos cuenta.
Además, mi querido amigo, amiga, siempre puede usted hacer una subrepticia pericia caligráfica y saber a qué mocoso impertinente le va a hacer la vida imposible en el curso siguiente. Tampoco la pavada.
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