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Las enseñanzas del Maestro Ciruela
Ejemplos
Furibundo diálogo entre Ciruela y el autor

        Usted me hace quedar mal, Ciruela. Explíquele al lector para ponerlo en tema.
        Explíquele usted… quién se cree que soy.
        Grrr… Hace un tiempo expuso un argumento y utilizó un ejemplo falso.
        Y me echa la culpa a mí… qué caradura.
        El que habla y da la cara es usted.
        El caradura es el autor, que sabe que escribió algo mal y lo deja. ¿Lo hizo a propósito?
        Apenas subí su lección dudé de sus palabras. Investigué y llegué a la conclusión de que lo que dijo estaba mal. Eso de los acueductos: se decía que era una muestra de la ignorancia de los romanos, pero está probado que ellos manejaban correctamente el principio general de la hidrostática. Construían los acueductos porque la sillería de esos puentes tan bonitos les resultaba más barata que los conductos herméticos para los sifones, que debían revestirlos con plomo, y que era muy caro.
        ¿Y por qué no buscó otro ejemplo? Recuerdo que la lección era bien bonita.
        No encontré.
        Pero al menos hubiera puesto una aclaración dentro de la misma ciruela.
        Es que creo que para un lector común la fuerza de los argumentos también depende de la pertinencia de los ejemplos con que se los acompaña.
        Eso es cierto.
        Si aclaraba ahí mismo que el ejemplo era falso, temía que para muchos se cayera también su argumento. Lo hice para protegerlo, Ciruela. Creamé.
        Bueno, que le sirva de lección. El ejemplo es uno de los ingredientes fundamentales de la divulgación científica… ¡pero debe ser muy cuidadoso al elegirlo!
        ¿Y cómo hacemos ahora?
        Mire… hagamos así: ponga una llamada en la ciruelita de los acueductos que lo remita a esta lección. Y a esta póngale de título Ejemplos… que algo interesante hemos dicho al respecto.
        OK, Maestro, tiene razón. ¿Puede agregar algo más? Como para justificar este bochorno, digo.
        Sí… hágase el santito ahora… Bueno, agregue esto que sigue, pero póngalo con énfasis: en la divulgación científica es muy importante distinguir entre los ejemplos o las analogías y la sustancia del asunto científico que se quiere divulgar. Más de un despistado intentará rebatir o cuestionar la ciencia arremetiendo contra la lógica de la analogía, que generalmente tiene poco o nada que ver con el tema científico que lo ocupa.
        ¿Está bien así?
        Está pasable. Dejeló...
        Gracias, Maestro… pero permítame decirle una cosa: cada día que pasa usted me da más miedo.

 
 
 
 
 
 
   
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