Las enseñanzas del Maestro Ciruela
Las dos caras de la moneda

Debo reconocer que, por no darme cuenta, había dejado de lado la mitad de lo que tenía que enseñar. De la grave falta me hizo tomar consciencia mi colega y amiga Melina Furman cuya claridad conceptual iluminó mi tarea docente. La frase las dos caras de la moneda fue acuñada por ella -en una doble metáfora- para aludir a dos aspectos esenciales de la enseñanza de la ciencia.

Por un lado tenemos los productos de la ciencia, las leyes, los descubrimientos, las magnitudes, las hipótesis, etcétera, etcétera... todo eso que enseñamos día a día en las aulas. Aquello que muchos asocian con la ciencia misma. Cara.

Por otro lado están los mecanismos. Cómo hace la ciencia para construir sus productos, cómo elige qué mirar y cómo mirar. Por qué un experimento sin control es un mal experimento. Por qué la ciencia es más preguntas que respuestas. Por qué la ciencia se comunica de una manera peculiar y no de otra. Qué rol juegan las observaciones y cuál las predicciones. Ceca.

La ciencia no solamente es un cúmulo de conocimientos... es -al mismo tiempo- un modo de conocer, una manera precisa de auscultar el universo para extraerle sus elusivas verdades. Son dos caras de la misma moneda, cara y ceca... y si no, no hay moneda.

El aspecto dramático del olvido es que la cara relegada -la enseñanza de los métodos de la ciencia- constituye el aspecto más relevante de la enseñanza científica, aquel al que los estudiantes más provecho le pueden sacar en sus vidas adultas, sobre todo si no eligen una carrera científica (o sea, casi todos).

La racionalidad, la objetividad, cierto escepticismo, la ausencia del principio de autoridad, la verificación empírica... son tácticas de conocimiento que se aprenden en un proceso, son la base del método científico, y se pueden extrapolar a cualquier actividad humana con expectativas relevantes, trascendentes. Si nos olvidamos de enseñar eso, mi amigo, estaremos depreciando la enseñanza de la ciencia, y mire, será mejor que nos dediquemos a la perinola.

 
 
   
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