Las enseñanzas del Maestro Ciruela
Profesores desconfiados

He tenido colegas deconfiados. Cuando preparaban un examen armaban cuatro temas diferentes que repartían en un damero perfecto para que la lejanía entre dos temas iguales fuese absoluta. Caminaban entre las filas de bancos inspeccionando recovecos de delincuencia, dispuestos a castigar la copia con denigrantes arrebatos de la hoja de examen y ceros mortales de los que era imposible resucitar. Prefiero pensar en la rebeldía de la juventud, y en que se les copiaban igual.

La desconfianza de estos colegas traspasaba los límites de la situación de examen: para cualquier trámite que el estudiante tuviese que hacer con ellos exigían ver la credencial, el documento de identidad y el certificado de la vacuna antirrábica.

Es una pena que no superaran esa desconfianza constitutiva que, imagino, debía amargarles la vida. Tal vez no pensaron que el aprendizaje no fluye adecuadamente si no hay un clima de confianza y amabilidad. Que todo lo que tuviesen de buenos y esforzados docentes se malograría al no poder tender ese puente de mutua honestidad.

La actitud por defecto de todo profesor que valore su trabajo es la de confiar en sus estudiantes. Aunque tenga recelos, actúe como si de sus hermanos de sangre se tratara; comprobará entonces que los cuatro temas diferentes se tornan ridículos, innecesarios.

 
 
    
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