Las lecciones del Maestro Ciruela
Sobran datos

Cuando los estudiantes deben resolver un ejercicio -sobre todo en los exámenes- en el que su enunciado posee datos de sobra, se confunden, se molestan, se sienten trampeados, se quejan al docente que irremediablemente habrá descendido seis escalones en el podio del afecto.

Hay una falta de gimnasia en estas lides. Es cierto que los primeros ejercicios acerca de cualquier tema deben ser sumamente sencillos (lo que en la jerga docente llamamos de aplicación directa). Pero también es cierto que cuando la complejidad avanza vienen muy bien los ejercicios en los que para alcanzar las respuestas hay que descartar uno, dos o más datos que sobran.

Vienen bien porque se trata de una aproximación bastante cercana al trabajo científico. Cada vez que un científico aborda un problema el universo le ofrece decenas o cientos de datos que se pueden recabar, aunque -a la postre- no sirvan para nada. Una de las habilidades más exquisitas de los científicos es hacer el recorte justo para circunscribir un problema. Descartar todo aquello irrelevante e innecesario.

En las guías de estudio y en las listas de ejercicios de los libros de texto no suelen aparecer esos ejercicios que mejor representan al trabajo científico. Los estudiantes, acostumbrados a la cantidad justa y necesaria para la resolución, no tardan en adquirir la maña de acomodarse a la cantidad de datos presentes y resolver con esa (muchas veces gracias a esa) ayuda arbitraria, antinatural.

No es fácil para los estudiantes renunciar a esa ayuda y las heridas quejas así lo manifiestan. Pero tampoco es bueno que los docentes renuncien por decreto (o por defecto) a la modalidad de los datos sobrantes, que plantea desafíos mayores y revela una calidad de aprendizaje muy superior.

De a poco, y con una buena compañía docente, es probable que los estudiantes terminen aceptándolos naturalmente. Y, por otro lado, usted tendrá un arma poderosa para torturar a esos malditos imberbes que merecido lo tienen.