| Las enseñanzas del Maestro CiruelaCritiquen sin  reparos, no se contengan
 Me han llegado  ciertas quejas de sociólogos y otros pensadores de las disciplinas humanas.  Dicen que yo no soy quién para criticar o comentar sobre su “ciencia”. Que deje  los reproches para académicos que se hayan formado -como ellos- en la  especialidad. Que ellos, con buen tino y prudencia, no critican los dichos de  los físicos ni de los matemáticos, y que yo debería hacer lo mismo en una muestra  de cordura y civilidad. Esta postura no  es otra cosa que una forma más del principio de autoridad... que la ciencia  abandonó hace 400 años, pero perdura dentro de las disciplinas sociales. Mi  respuesta es muy concreta: el conocimiento es patrimonio de la humanidad y  todos los seres humanos tenemos derecho (y hasta la obligación) de opinar,  criticar, denunciar.  Está claro por  qué ellos no critican la ciencia: el discurso físico, matemático o biológico se  construye con una significativa cantidad de términos y símbolos que aluden a  conceptos de variada abstracción, y con operadores lógicos de diversas  complejidades. Es difícil entrar en la charla, opinar o criticar, si no se  maneja ese idioma tan sofisticado con que la ciencia conversa con el universo. En cambio el  idioma de la filosofía y de la sociología es el lenguaje corriente de todos los  mortales. Con tener un cacho de inteligencia y habilidad para el castellano alcanza  para detectar el error, el absurdo o la impostura. De hecho cuando a algún  sociólogo se le da por refutar u objetar lo que dijo un colega, puede hacerlo  en términos absolutamente comprensibles para el lego. Por algún motivo que no  alcanzo a comprender (o prefiero no hacerlo) es difícil encontrar un sociólogo  que escriba bien, con claridad, con sencillez. Pareciera que se entrenan para  escribir confuso, deliberadamente rebuscado, con palabras difíciles o inexistentes,  con oraciones larguísimas llenas de cláusulas dentro de cláusulas dentro de  cláusulas. ¿Lo harán para que yo no los lea? Pero si quieren  criticar los resultados de la investigación científica, muchachos, no se  repriman. Siempre encontrarán a alguien que los escuche. Algunos derechos reservados. Se permite su reproducción citando la fuente. Última actualización jun-10. Buenos Aires, Argentina.
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