Las enseñanzas del Maestro Ciruela
Constructivismo
Yo no soy pedagogo, yo no soy pedagogo, ni lo quiero ser... pero no me van a negar que el constructivismo -tan de moda y extendido por el mundo- implica en cierta medida no pequeña que el aprendizaje efectivo, duradero, sólo se consigue si es el estudiante quien construye el conocimiento, quien arma el procedimiento. También lo puedo plantear de esta forma: no se logra un verdadero aprendizaje -afirma la corriente- si es el docente quien propone un método, un saber, o quien comunica un conocimiento para que los alumnos lo adopten. ¡Pamplinas!
Pensar que hay gente que repite el verso sin ponerse colorada. La primera pregunta que les haría (en un intento de sonrojarlos) es de qué manera aprendieron ellos esos conceptos tan sesudos... ¿los construyeron ellos? La segunda pregunta que les formularía es si no pensaron, alguna vez, que la humanidad, en un esfuerzo conjunto y titánico, tardó más de 4.000 años en construir el cuerpo de conocimientos de los que hoy disfrutamos. ¿Realmente pretenden que una única persona, un indefenso estudiante, lo logre en el término de un par de semanas?
Acepto, y de muy buen grado, que el constructivismo ha dejado importantísimas lecciones que todo docente decente debe incorporar. Como el abandono de la tabla rasa con que antiguamente se suponía que llegábamos al mundo. Hoy se sabe que lejos de estar vacíos y deseosos de que nos llenen la cabeza de importantes lecciones, venimos con un bagaje de ideas, intuiciones, preconceptos, artilugios... algunos erróneos, otros acertados... y trabajando a partir de ellos es que se aprende, no -en cambio- intentando ignorarlos o sepultarlos.
Pero me ponen del tomate los teóricos que plantean imposibles y no se les ocurre un experimento para contrastar la hipótesis. ¿O será que ni ellos mismos se creen que los chicos pueden (ni con ayuda) construir los conocimientos que les exigirán cuando quieran ingresar a la universidad?
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