Las enseñanzas del Maestro Ciruela
Verdad y consenso

Entre las barbaridades que el pensamiento posmoderno intenta imponer en el ideario popular (fundamentalmente a través de los profesores secundarios) se destaca aquella que dice que la verdad en ciencia se establece a través de consensos integrados por los científicos de mayor poder, los más renombrados, los más prestigiosos, los más influyentes, los más convincentes. No es infrecuente que los mismos despistados que enarbolan este absurdo de la verdad por consenso promuevan la consigna -hilarante- de la democratización de la ciencia.

¿Pero es que no hay consensos en torno a la verdad? Claro que los hay, por supuesto, ya que aparecen espontáneamente después de que la verdad se ha establecido; la verdad no espera a los consensos, sino que los consensos llegan después de la verdad. La verdad en ciencia es hija de la evidencia y de ningún otro padre. Es el universo -la naturaleza-, consultado a través de experimentos y observaciones, el que dice que una teoría es falsa o no lo es. Cuando el universo se expide es casi imposible que no lo suceda un acuerdo, una aceptación obligada. ¡Pero no a la inversa!

Es una muestra de desconocimiento esencial sobre el funcionamiento de la ciencia pretender una causalidad entre consenso y verdad. Se trata de una ingenuidad (por ser indulgente) equivalente a suponer que la luz existe gracias a que hay ojos que la ven, o que la enfermedad existe gracias a que hay médicos y hospitales. En definitiva, este postulado posmoderno no es más que una versión aggiornada del medieval principio de autoridad.

En cuanto a la democratización de la ciencia... ¿pretenderán someter a votación las Leyes de Newton?


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