Las enseñanzas del Maestro Ciruela
La energía que fluye por mi cuerpo


Qué es la energía. Mire, no es fácil de explicar. En mis cursos de Física les aclaro a mis estudiantes que aunque intente explicárselos jamás lo entenderían. No sólo porque el profesor es malo, sino porque es un concepto de profunda abstracción. Un concepto que un estudiante de ciencias tarda 2 o 3 años en comprender cabalmente. Debe decantar por sí sólo, usándolo constantemente, calculando energías, viendo con qué se relaciona y con qué no. Cómo cambia de apariencia, cómo se transforma. Llega el momento –de eso les doy seguridad absoluta– en que incorporan el concepto y se hace imposible que lo confundan con otra cosa. Entre tanto los conformo con esta frase: qué es la energía… es la parte divertida del universo.

Lo dicho no impide que la gente común pueda usar la palabra energía metafóricamente, o con un sentido figurado, incluso aproximado. Nadie puede negar que la palabra energía es parte del léxico común de todo el mundo.

Pero en el ámbito científico, tecnológico, médico, fisiológico, clínico, energía tiene un significado muy preciso. Totalmente preciso. Se la puede medir con toda la exactitud que a cualquier otra magnitud natural, como la velocidad, o el peso. Tiene sus propias unidades y no retiene misterio alguno. Se pueden medir cantidades de energía tan pequeñas como la de un electrón orbitando en un átomo. No hay secreto.

Por eso no cabe ninguna duda de que cuando un pseudomédico nos habla de las energías que fluyen por nuestro cuerpo nos está verseando descaradamente. Esas energías de las que hablan estos charlatanes no se han detectado ni medido nunca. Esos mitos energéticos en los que se monta el reiki, el toque terapéutico, el yoga, etcétera, son fantasías mágicas con las que se pretende embaucar a los ingenuos. Tampoco hay ahí nada que, no siendo energía, pueda asimilárse ni si quiera metafóricamente a una energía. Aquellas personas que predican sobre campos energéticos humanos, centros de energía, chakras y demás patrañas o son ignorantes, o estafadores. No cabe otra posibilidad.

 
 
   
Algunos derechos reservados. Se permite su reproducción citando la fuente. Última actualización abr-15. Buenos Aires, Argentina.