Las enseñanzas del Maestro Ciruela
Aulas
Hay cosas que sólo pueden ver los docentes... pero sería bueno que también las vieran los arquitectos.
Es cierto que es muy moderno y útil tener un aula de mesas o mesadas, en la que los estudiantes puedan trabajar en grupos e intercambiar experiencias y saberes, con espacios suficientes para que docentes y ayudantes paseen entre las mesas y guiando, preguntando, respondiendo.
Pero también es cierto que el aula de pupitres seguirá siendo el pan nuestro de cada día, con el pizarrón en el frente y los libros y apuntes sobre cada escritorio individual. En esas aulas tan elementales como imprescindibles suele faltar el más mínimo criterio arquitectónico.
Los bancos deben orientarse de manera tal que la luz principal del ambiente, generalmente proveniente de ventanales, ingrese por la izquierda de los pupitres, de modo que los estudiantes -en su mayoría diestros- no se hagan sombra con su propia mano.
Esa orientación de la luz, a su vez, evita el molesto reflejo en el pizarrón que dificulta la visión del mismo.
Para ser exquisitos el pizarrón debe tener pintura antirreflectante y la luz artificial debe incidir en él de forma suficientemente oblicua. Si hay una sola puerta de ingreso debe estar más cercana al fondo que al pizarrón y ser generosamente ancha y silenciosa.
No estoy reclamando un rincón para mandar al burro con bonete, estoy insinuando que cuando nos tocó un arquitecto distraído, o cuando estamos usando como aula un ambiente que no fue construido como tal... a veces, basta con mínimo esfuerzo para arreglar las cosas.
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