Las enseñanzas del Maestro Ciruela
Aristóteles
y la anticiencia

La figura de Aristóteles, ese filósofo griego que nació el 384 AC, me despierta emociones encontradas. Por un lado le reconozco, como el resto de la humanidad, su gran mérito de instaurar la academia, ancestro de la universidad, el lugar que se dan los pueblos para crear el conocimiento (al menos así debería ser). Creador de la lógica formal y cultor de la filosofía, sus avances fueron notorios y casi 2500 años después mantienen cierta vigencia.

Pero la cantidad de sandeces que dijo (sabiendo que sus pares las tomaban por verdades irrefutables) es pavorosa. Acá una pequeña lista:

  • El cerebro es el órgano que enfría la sangre. La inteligencia reside en el corazón.
  • El pensamiento se basa exclusivamente en el lenguaje.
  • Un cuerpo pesado cae más rápido que uno liviano y a medida que se acerca al suelo va más rápido porque se alegraba de acercarse a la tierra.
  • Para que un cuerpo posea una velocidad una fuerza debe actuar sobre él.
  • La Tierra es el centro del universo: el Sol, la Luna, los planetas y las estrellas giran en torno a ella.
  • La Tierra permanece inmóvil.
  • El aire era el causante de los terremotos cuando por alguna razón intentaba escapar de la Tierra
  • En los humanos, las ovejas, las cabras y los cerdos los machos tienen más dientes que las hembras.
  • La sangre de las mujeres es más espesa que la del hombre.
  • La carne genera gusanos espontáneamente.
  • Los insectos y los peces nacían espontáneamente de la humedad y el sudor.
  • Las moscas tienen cuatro patas.
  • La materia es continua y sólo hay 4 elementos.
  • El vacío no existe porque no puede existir.

Y la lista sigue. El problema no es que haya tenido intuiciones erradas, todos los grandes genios las tuvieron, todos las tenemos. El problema es que las haya formulado en nombre de la verdad y un montón de perejiles las hayan adoptado solo porque él las había formulado.

Quienes lo consideran el padre de la ciencia (sólo por haberse ocupado de los asuntos de los que luego se ocupó la ciencia) no tienen idea de lo que es la ciencia. La ciencia, justamente, aborrece el principio de autoridad y basa el conocimiento en la observación y la experimentación, o sea, en la evidencia. Justamente lo que Aristóteles no se dignó a hacer jamás.

Para peor en la Edad Media Tomás de Aquino recogió el aristotelismo para hacer una síntesis con la teología cristiana que termina afianzándose como baluarte en la educación universitaria ya tutelada y regida por la iglesia. El perjuicio para la humanidad resultó inconmesurable.

Hubo mucho sabios griegos y no griegos, varios de ellos anteriores a Aristóteles que fueron desoídos por él y por su tradición nefasta: Hipócrates, Tales, Eratóstenes, Aristarco, Arquímedes, Leucipo, Demócrito, etcétera, que no sólo tuvieron intuiciones acertadas sino que buscaron afanosamente lograr las observaciones y los experimentos que ratificaran sus teorías.

En un aspecto nada despreciable Aristóteles es la anticiencia.

 
 
  
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