Las lecciones del Maestro Ciruela
El hombre es un animal

Uno de los asuntos más importantes de los que tienen que ocuparse los docentes de biología es que los estudiantes entiendan, e incorporen, que los humanos somos animales. Yo sé que dicho así parece una tonteria de Perogrullo. Pero no es así. Los chicos van a estar bombardeados permanentemente por ideas contrapuestas, falsas y deformadoras de la realidad: que tenemos un alma, un espíritu, que no somos animales, que nuestra animalidad es sólo una cuestión anatómica, etcétera.

Nadie niega que nuestra cultura tiene alta incidencia en muchos aspectos de la construcción de un ser humano... ¿pero cuánto? En algunos realmente mucho, en otros aspectos poco y en muchos nada. Y aún en aquellos rasgos y comportamientos en los que la cultura incide en forma categórica el sustrato animal es presente, relevante.

Cuanto más nos conocemos, la ciencia descubre en nuestros comportamientos la huella evolutiva, animal, zoológica. Hoy, por ejemplo, sabemos que hasta el lenguaje (un bastión de la cultura) tiene un sustrato instintivo, genético, evolutivo. Hasta el punto en que nuestra gramática (las reglas con las que construimos una lengua) es universal e independiente de la cultura.

Las ciencias cognitivas y la psicología evolutiva abordan cada vez más aspectos de nuestra psique, al amor, el sexo, los celos, la territorialidad, el liderazgo, la agresión, la vergüenza, la solidaridad, el egoísmo, el lenguaje, la matemática, el miedo, y cientos de etcéteras que hace cien años no hubiésemos soñado que tenían sus raíces en el pasado evolutivo y su razón de ser y de cómo ser en nuestros genes, hoy sabemos que los tiene. Por supuesto, en todos ellos la cultura también incide.

También es importante transmitirles que el conocimiento de nuestra naturaleza no menoscaba en lo más mínimo a esa construcción maravillosa de la que podemos enorgullecernos: la cultura. Y que cuanto más nos conozcamos a nosotros mismos, por qué somos como somos, en mejores condiciones estaremos para querer, disfrutar, cuidar, moldear, cambiar para mejor nuestras culturas.

 

 
   
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