Tonterías
Grafiteros

Siempre me intrigó saber qué tipo de materia fecal tienen los grafiteros en la cabeza. Me dio ganas de escribir estas líneas el día que amanecimos con dos vagones nuevos mamarracheados con pintura de aerosol. Son coches flamantes, todavía no estrenados, de una renovación importante de un parque rodante viejísimo, que el gobierno está realizando. El esfuerzo del Estado y del pueblo argentino para esta renovación es faraónico. Y un par de idiotas se cree con derecho a estampar sus delirios de grandeza en un lugar que no les pertenece y sobre el que no tienen permiso.

Lamentablemente hubo en el pasado cierta tolerancia sobre este tipo de delicuencia (ciertamente menor). Pero, como casi siempre, la tolerancia tiene un efecto didáctico negativo y es probable que una parte de la sociedad suponga que no está mal dejar que la juventud se exprese de esta manera.

Hubo tiempos, hace décadas, en que salir a grafitear por la calle era arriesgar el pellejo, era una de las pocas formas que tenía el pueblo argentino, oprimido por dictaduras, de expresar ideas y descontentos. Pero en la era de internet y gozando del momento de mayor libertad de expresión en toda nuestra historia grafitear paredes, bienes o monumentos es declarar abiertamente que nos cagamos en el prójimo.

El arte mural callejero suele ser exquisito y no merece ser confundido, homologado o equiparado con el escatológico paula te amo o el Vélez capo. Es insano confundir la belleza con la fealdad. Es la semilla del vandalismo a escala.

 

Algunos derechos reservados. Se permite su reproducción citando la fuente. Última actualización may-14. Buenos Aires, Argentina.