Tonterías
Escrutinios histéricos
La nochecita de los domingos de elecciones me ponen innecesariamente contrariado. No porque el candidato que yo haya votado haya perdido por paliza... esa es una constante que me tomo con acostumbrada calma. El motivo de mi brote es por tener que padecer la estupidez de nuestros periodistas radiales y televisivos que no le ponen el más mínimo de sentido común (ni qué hablar de criterio matemático) a esa verbigracia guarísmica casi histérica de los momentos posteriores al cierre del comicio.
“¡Provincia de Córdoba!, ¡435 mesas escrutadas! Partido autorreformista neoliberal de izquierda: 246.625 votos; Bloque independencia azul: 315.339 sufragios; Partido justicialista residual auténtico: 223.007 sufragios; Movimiento por los trabajadores obreros y campesinos: 87.536 sufragios…” y así toda la noche, teniendo que soportar la falta de inteligencia de los periodistas… además de la paliza de mi candidato preferido… ¡es demasiado!
Claro, como animal político que soy, no puedo dejar de estar prendido al avance, milímetro a milímetro, del escrutinio. Cambio frenéticamente de estación, a ver si en otra encuentro un relator o un comentarista con un poco más de inteligencia. Pero es en vano, todos los relatos son calcados, todos pecan de las mismas faltas de criterio periodístico elementales.
Para que no digan que soy un criticón destructivo, acá van algunos consejos (verán que sólo es sentido común) que quizás algún joven periodista quiera interpretar.
Cuando el oyente o el televidente escucha 435 mesas escrutadas, ese dato carece de valor si no se sabe cuántas hay en total en ese distrito. ¿435 es mucho o es poco? Si en toda Córdoba hubiese 450 mesas, el dato es concluyente, casi inapelable; en cambio si el total de mesas es 4.350 se trata apenas de un tímido comienzo, un calentamiento de emociones, nada más. “Habiendo escrutado el equis por ciento del total de mesas de Córdoba, tenemos…” es una de las fórmulas correctas.
Cómo se deben dar los números. Sólo hay que mencionar los números significativos. Si lo que tiene hasta ahora contado el Partido autorreformista neoliberal de izquierda es 246.625 votos, el periodista debe decir 246 mil, o mejor aún 245 mil, o 250 mil. Es decir: el periodista debe redondear (con un criterio –siempre el mismo–) todos los números. El periodista debe saber que mencionar los tres últimos números no agregan información importante, y sólo perturban. Producen en el cerebro del oyente una distracción innecesaria que le dificulta la retención de la información relevante, o sea las cifras significativas, las de adelante.
Otra cosa que deben pensar bien los periodistas antes de propalar esas cataratas digitales es que siempre se van a interpretar mucho más fácilmente los porcentajes que las cifras absolutas. Mi consejo es: a) el porcentaje escrutado; b) el porcentaje de cada candidato; c) la tendencia.
Antes de dar los resultados parciales de una región, el periodista debe ordenar de mayor a menor los números. El orden arbitrario de número de lista de los partidos no le interesa a nadie. Tampoco se va a ofender su patrón, no tenga miedo. El periodista se debe al público y el público va a entender mejor la información y va a poder retenerla mejor si el periodista se la ordena de mayor a menor.
Muchas veces me pregunto qué cuernos será el Partido autorreformista neoliberal de izquierda... ese nombre me dice menos que el número de documento de su primer candidato. Los periodistas deben decodificar los nombres y traducirlos al público. Es cierto que muchas veces la decodificación, la interpretación, no es objetiva ni inocente. ¡Pero tampoco nadie lo pretende! ¡Lo que quiere el oyente es saber qué está pasando en Córdoba! También es cierto que los periodistas no pueden estar al tanto de lo que pasa en cada uno de los distritos donde se vota… pero hay redes periodísticas de confianza que comparten criterios e interpretaciones a las que cualquier periodista que se precie debe tener acceso. Siempre hay segmentos en los que sesudos comentaristas pueden refrescar las ideas de las decodificaciones: “este es el partido oficialista, aquel otro es una coalición opositora con sesgo piripipí, los de más allá son los que tienen como referente nacional a Menganón...”, y así. Pero en el relato del escrutinio tienen que llevar sólo el nombre sintético que un inteligente periodista sepa concebir.
Y corto acá. Podría continuar varias carillas más, pero la probabilidad de que me sigan leyendo es demasiado baja; prefiero reservar la tinta para alguna otra tontería más. Sentido común.
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