Tonterías
Consultores
Hasta no hace tanto tiempo los políticos eran personas (alguna más repudiable que otra) con ideas propias. Usted podía estar más cerca de una idea que de otra... o incluso sentirse equidistante o alejado de todas. Cada político -desde el más crápula hasta el más filántropo- hacía lo imposible por convencerlo de que su idea era la mejor, la correcta. El poder de convicción era primordial en la arena política; la creatividad, la lucidez visionaria... las armas dilectas. También se recurría -lamentablemente- a la mentira y al engaño... pero esa es otra historia.
Desde los 80 apareció en la fauna política una nueva raza: la del político consultor. Estos personajes son absolutamente carentes de ideas (o, si las tienen, son totalmente irrelevantes, o inconfesables). Escalan posiciones -en lo que parece ser su único cometido- de esta manera: gastan fortunas en encuestas de opinión para recabar preocupaciones, deseos, aspiraciones y valores de las grandes mayorías. Luego, con los resultados de esas millonarias encuestas, arman su discurso proselitista, su promesa de gobierno, su estilo de vida, todo a medida del "sentir popular".
Son excelentes actores, que interpretan el deseo de la gente. La puesta en escena se completa con expertos en "imagen" que los visten, los peinan, les marcan la coreografía para que la ficción tenga el gancho necesario para capturar el voto.
Las encuestas no se equivocan. No cabe duda de que cuando un gran intérprete de estos llega al poder, es una fiesta de la democracia... es imposible que el pueblo esté mejor representado.
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