Tonterías
Reinserción o castigo

El artículo 18 de la Constitución Nacional Argentina dice: "[...] Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, [...]". A partir de esa definición no son pocos los ciudadanos argentinos que confunden el sentido de la cárcel y pretenden que su único objetivo es procurar la reinserción social de los reos.

Creo que es ingenuo y hasta perjudicial para la sociedad negar el obvio contenido de castigo, sobre todo cuando está ampliamente aceptado que el principal disuasor del accionar delictivo es el temor a ser descubierto (y apresado, y castigado). El encierro en sí mismo, la privación de la libertad, es un castigo... no entiendo dónde está la gracia de negarlo.

Por otro lado también me parece obvia esta otra finalidad de la cárcel: la función de protección de la sociedad. A mí me preocuparía mucho la idea de que a Videla* le permitan salir de vez en cuando porque se porta bien intramuros: sé que su presencia de este lado es algo peligroso para mí y mis conciudadanos. Lo mismo para cualquier otro psicópata asesino serial, o para un violador. O sea, cualquier persona cuya presencia en libertad supone un peligro para la sociedad.

Si el único fin de la cárcel fuese lograr la reinserción social de los presos entraría en contradicción flagrante con el derecho penal, que impone penas de reclusión proporcionales al delito, y no hasta que la reinserción se logre.

Pretender que la cárcel tiene como única finalidad lograr la reinserción conlleva una cuota de hipocresía y lesiona el sentido común. Pero aceptar cabalmente sus cometidos no menoscaba las obligaciones primordiales del Estado, que debe ser absolutamente garantista y respetuoso al máximo de los derechos humanos, sobre todo de aquellos que el mismo Estado tutela (o sea, los presos).

De cualquier forma, la verdad sea dicha, las cárceles argentinas en la actualidad distan mucho de cumplir sus cometidos lógicos. El único que se cumple es el negado, o sea, el castigo. En general hace poco o nada para resocializar a los presos que, en cambio, salen mucho más insociables y resentidos. Habitualmente resultan verdaderas escuelas de delincuencia.

Pero, como siempre, la verdad es la mejor plataforma para el cambio.

*Jorge Rafael Videla, psicópata genocida, jefe del terrorismo de Estado que asoló la Argentina entre 1976 y 1983, condenado a prisión perpetua por múltiples crímenes.

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