Material de apoyo a las
Clases de Educación Sexual

Competencia escuela-familia

Es una pena que los materiales sobre educación sexual no se ocupen (en su mayoría) de la competencia -muchas veces la guerra- entre la escuela y la familia. Competencia, por otro lado, muy enojosa, que genera angustia y temor en la familia y, sobre todo, en la escuela.

Son muchos los docentes y las instituciones que tratan de esquivar su responsabilidad para con la educación sexual por temor a las reacciones adversas de alguna familia. Basta con una sola familia que se sienta invadida o injuriada por la educación sexual que reciben sus hijos para generar un disgusto en los docentes que para peor, frecuentemente, son desprotegidos por la institución educativa.

El conflicto, lamentablemente, está arraigado en nuestra naturaleza humana. Los hijos portan los genes de los padres, por lo tanto estos se sienten con derecho a ejercer cierta administración de los recursos procreativos de los hijos. Es natural que así sea. Y aunque la sexualidad de sus hijos afecte a la sexualidad de los hijos de otras familias eso es algo que les resbala (recuerde que no hay cómo, genéticamente, vincular los intereses de las otras familias). Pero que sea natural no significa bajo ningún concepto que sea algo deseable.

Por otro lado muchas familias no entienden que su potestad en la educación y la potestad del estado (que representa al interés general) tienen un límite solapado, difuso. Ni tampoco perciben a sus hijos como ciudadanos sujetos de derechos y obligaciones.

Por suerte ya casi no existen dudas acerca de la responsabilidad social sobre la educación sexual, su pertinencia y su necesidad. Está claro que la sexualidad de uno afecta la sexualidad de los otros. Es patente que la educación sexual no funciona si se permite que quede en manos exclusivas de la familia. Ni tampoco funciona correctamente si no se destina a toda la población.

Algo bastante parecido ocurre con aquellas familias que se niegan a vacunar a sus hijos.

Por otro lado debemos admitir que en temas tan delicados siempre encontraremos familias -y docentes- retrógrados y antisociales que se opondrán a la potestad del estado. Cuando un docente se ve afectado por el ataque de una familia debe reclamar la asistencia y protección de la institución y denunciarla si la institución no lo cubre.

Pero también debe saber que se expone a ese riesgo, y debe tomar ese riesgo como parte de su compromiso social por haber elegido la profesión docente. Saberlo de antemano ayuda a ejercerla con más seguridad, tranquilidad y eficacia.

 

Algunos derechos reservados. Se permite su reproducción citando la fuente. Última actualización mar-16. Buenos Aires, Argentina.