Vidrios polarizados
Un
automóvil con vidrios polarizados nos pasó con un estruendo y a toda velocidad.
Sentí la mirada de Charly, que viajaba a mi lado. Era obvio que esperaba un comentario
mío. Sin embargo, preferí hacer silencio.
–Dale -me acicateó-, te morís de ganas
de criticarlo.
–¿A quién?
–No te hagás... al que nos pasó, el de vidrios
polarizados.
–¿Polarizados?, no me di cuenta.
–Te conozco...
–¿El
del escape abierto?
–El mismo.
–Ah... es que no son polarizados... vos
querés decir ahumados. Los llaman polarizados, y ese error de denominación es un
índice más del tipo de persona que conduce esos vehículos. "Polarizados" es más
langa... pero es incorrecto. Y qué querés que te diga... si vos sabés que están
prohibidos.
–Justamente, es un absurdo que estén prohibidos. A quién le molesta.
Cada uno se viste como quiere y le pone al auto el chiche que se le canta...
–OK,
te explico. No es absurdo, hay tres motivos. Decime, ¿vos te dejarías atender por
un dentista que pone el consultorio a oscuras y se calza anteojos oscuros antes
de meterte el torno? El conductor de un polarizado es peor, porque a lo sumo el
dentista te hace un estropicio doloroso, en cambio el automovilista que ve mal
mata gente. ¿Te pondrías anteojos negros para conducir de noche? Claro que no,
es demencial. Eso es exactamente un auto con vidrios ahumados: un asesino manejando,
alguien que ve mal, irremediablemente mal. De noche las pupilas están ya dilatadas
y no se las puede dilatar aún más para una oscuridad mayor. Sencillamente dejás de
ver bien, y te exponés a atropellar objetos poco luminosos, como los peatones,
por ejemplo.
–¿Esos son los tres motivos?
–No, ese fue el primero. Los
otros dos tienen que ver con los demás conductores.
–¿A ellos en qué los afecta?
–Cuando uno maneja, aunque no te des cuenta, manejás prestando atención a
la cara de los otros conductores. Mirás si te está mirando, si entendió tu seña,
si te hizo una seña, si va atento, si va distraído... También podés ver si está
hablando por el celular, o si se está peleando con la esposa... Toda esa información
que vos ves aún sin darte cuenta condiciona tu manejo, y decidís pasar o no pasar,
acercarte o alejarte...
–Una vez viajé en un polarizado... y me gustó.
–Bueno,
te felicito. Habrá sido un día muy luminoso. El reglamento permite un ahumado
que no detenga más del 25% de la luz entrante en el parabrisas delantero y un 30%
en los vidrios restantes. Ese que nos pasó parecía una lata de aluminio, un espejado
peligrosísimo... lamentablemente el que más compran los pibes tuercas.
–Te falta
un motivo.
–Es cierto. Es el menos importante, pero digno de mención. Los
vidrios transparentes facilitan el tránsito, no le tapan la visual a los conductores,
es mucho más seguro. ¿Viste qué feo es quedar en la ruta detrás de un camión que
no te deja ver qué pasa adelante? No ver a través de los autos perjudica el tránsito.
Tampoco nos damos cuenta de esa ventaja, porque miramos a través de los autos
normales como la cosa más natural. Solamente nos damos cuenta de qué útil habría
sido poder mirar... cuando ya es demasiado tarde -Charly se quedó mudo. Nunca
sé si logro convencerlo.
–De última -insistí-, para qué querés tener
vidrios polarizados... ¿para ir a Villa Cariño?
–¿Villa Cariño? ¿Qué es eso?
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Última actualización jun-06. Buenos Aires, Argentina.
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