Peatones en las esquinas
y la prioridad de paso
–¿Por qué frenaste?
–¿Cómo por qué frené? Si vos lo viste. Había un peatón que estaba por cruzar... y le di paso.
–No, gil. El peatón se había detenido... estaba esperando que vos pases.
–Me causa mucha gracia escucharte. Si el peatón se detuvo no era porque no supiera que tenía prioridad y me cedía el paso gentilmente... simplemente cuidaba su pellejo. Acá en la Argentina los conductores no suelen respetar la prioridad de paso de los peatones... de modo que una actitud muy saludable de todo peatón es no lanzarse a cruzar si viene un auto que lo puede atropellar.
-Pero es ridículo, Gastón... si todos respetaran esa prioridad, ¡no llegarías nunca a ningún lado!
-En los países en que se respeta (y creeme: se respeta en forma absoluta), los conductores se lo toman naturalmente, el tránsito discurre naturalmente, y la gente llega a donde tiene que llegar y en los tiempos previstos, como en otros lados. Lógicamente, no sólo los conductores son más responsables... los peatones también son más responsables: cruzan por donde -y cuando- hay que cruzar y, sobre todo, no dan señales corporales equívocas que hacen detener el tránsito inútilmente. Eso se aprende con naturalidad, no es que alguien tenga que enseñarlo.
-Pero Gastón, sigue siendo ridículo igual: a un peatón no le cuesta nada frenar, en cambio para un auto no es tan fácil frenar, mueve mucha más masa, la fuerza necesaria para detenerse es muchísimo más grande que la que necesita una persona. Y el peligro de la frenada, Gastón, no te olvides: un auto que viene atrás te puede chocar y eso es mucho más grave y costoso que el pequeño empujón que otro peatón le puede dar al de adelante si se detiene imprevistamente.
-Sí, Charly, en eso tenés razón: auto contra auto, o peatón contra peatón, el primer choque es más aparatoso que el segundo. Pero estás aplicando mal el razonamiento: la prioridad se establece por el peligro de colisión entre auto y peatón... y ahí pierde muchísimo más la persona de a pie que la que va acorazada con su vehículo. El primero pone en juego su vida y el segundo apenas los honorarios del chapista... la relación es infinito a uno. No cabe duda de que es el conductor del vehículo el que tiene que hacer todos los esfuerzos por minimizar los riesgos a la integridad de otros que su presencia impone. Y eso es, entre otras cosas, dar la prioridad de paso.
Charly se quedó farfullando groserías y buscando argumentos en silencio... no podía dejar pasar esta ocasión para el remate:
-Y otra cosa en la que tenés razón es la siguiente: es cierto que yo tenía prioridad porque el peatón la perdió al detenerse. Pero tené en cuenta que los peatones no pueden revertir ese círculo vicioso generado por la prudencia. La única manera de revertirlo es que vos, como conductor, frenes aunque el peatón se haya detenido. Y que, si hace falta, además, le hagas una seña con la mano indicándole que pase.
-Y que te putee el auto que viene atrás.
-Y... sí, Charly... que putee.
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