El uso del celular
–Varios estados de Estados Unidos tienen permitido el uso del celular mientras manejás. Los "manos libres", digo.
–Es un error, Charly. Un grave error. Supongo que más que un error es una agachada, temen perder votantes. Porque las autoridades saben que el uso del celular, sea común o de manos libres, es tan peligroso para el tránsito como manejar alcoholizado.
–¡Ehhh!, ¿no estás exagerando?
–Para nada. Este conocimiento proviene no sólo del estudio de las estadísticas sino de experimentos realizados en laboratorio.
–No me vas a convencer de ninguna manera. Yo uso un manos libres, soy feliz, y soy consciente de que manejo igual de bien que si no lo usara.
–Sos un ingenuo: para testear la incidencia del uso del celular no hay que hacerlo durante el manejo habitual, hay que hacerlo durante el manejo frente a situaciones inesperadas. Estoy seguro de que si te testeamos a vos manejando mientras hablás no encontraríamos diferencias. Aún si manejaras con una sola mano. Pero los accidentes de tránsito no son situaciones habituales, ¡son situaciones inesperadas!
–Entonces dejemos de hablar, porque si aparece una situación inesperada ¡vos nos vas a hacer chocar!
–¡Falso! ¡También falso!
–Ah, entonces explicame cuál es la diferencia entre hablar por teléfono y hablar personalmente.
–OK, lo hago. Al menos hay dos diferencias. La primera es que vos estás acá conmigo, manejando. Aunque yo tenga mis manos en el volante somos dos los cerebros que prestamos atención a la ruta, al tránsito, a los semáforos y a los peatones. Y aunque vos no lo sepas, estés hablando conmigo o estés en silencio, permanentemente me estás transmitiendo tu percepción del tránsito, del peligro, de la advertencia. Lo hacés con tu cuerpo, con tus palabras, con tus silencios. Podés hacerlo más o menos... pero lo hacés. ¿Viste esa gente que parece que tiene un pedal de freno en la posición del acompañante?
–Sí, son insoportables.
–Son humanos. La segunda diferencia es que, cuando hablás por teléfono, la persona con la que estás hablando secuestra la atención que necesitás para manejar porque, como uno sabe que el otro no participa de la conducción -como vos ahora-, no va a poder entender las pausas, los silencios, los cambios de tono. A eso sumale que vos tampoco sabés qué le está ocurriendo a tu interlocutor. La conversación telefónica siempre requiere una atención mucho mayor que la conversación cara a cara. Por último, el celular no sólo es la conversación: es la localización del aparato, sacar la vista de adelante para buscar una tecla (no en el momento oportuno sino mientras está sonando un timbre), y muchas otras acciones más que el celular requiere o permite y que los conductores irresponsables (o ignorantes como vos) practican.
–Sos un amargo.
–Ahhh, mi querido Charly. El día que te choque un salame por usar el celular, vas a comprender que el manejo no es cuestión de amargura o diver...
–Guarda el semáforo.
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Última actualización ago-12. Buenos Aires, Argentina. |