Efectivamente, llama un poco la atención que podamos vivir cómodamente si nuestra calota debe soportar una fuerza de 101 kilos, y hasta nos parece entendible que soportando todo el tiempo ese peso nos terminemos quedando pelados. Pero analicemos un poco la segunda pregunta del enunciado: ¿por qué esa fuerza no nos aplasta?
Por un lado, si nuestra cabezas estuvieran vacías... no cabría duda: semejante fuerza nos aplastaría como la suela de un zapato a una cucaracha. (Muchas veces -sobre todo cuando miro televisión- me sorprende que el aplastamiento no ocurra). Pero resulta que nuestras cabezas no están vacías (ni el resto del cuerpo tampoco) sino que están llenas de tejido vivo que, además, se encuentra empaquetado a una presión igual a la exterior. De modo que la calota recibe desde adentro una fuerza igual a la que le hace el aire desde afuera.
Más aún: el empaquetamiento de los tejidos corporales se halla a una presión levemente superior a la exterior (la atmosférica). De eso me doy cuenta fácilmente, porque cuando me pincho sale sangre en lugar de entrar aire.
Por otro lado, las presiones no tienen dirección y sentido como las fuerzas, no son vectores. O sea que la misma presión soporta el cuero cabelludo, el abdomen, la cola... toda la piel. Por eso la imagen de "peso" resulta inapropiada, engañosa. Los pesos son siempre verticales, pero al ejercerse dentro de un fluido los sucesivos choques y rebotes entre las moléculas del fluido terminan ejerciendo fuerzas (minúsculas) en todas direcciones (incluída la dirección vertical hacia arriba) cuyo efecto total queda mucho mejor descripto por el concepto de presión. |