La presión interior del cuerpo, y en especial la presión en los vasos del sistema cardiovascular no es menor que la presión atmosférica. Venimos al mundo empaquetados a presión. Todos nuestros tejidos se hallan a una presión superior a la del ambiente que nos rodea. Somos como una bolsa de piel, que si se pincha o se corta nuestros fluidos salen para afuera y es un asco.
La aperente contradicción pasa porque ambas mediciones (la arterial y la de la atmósfera) están dadas en escalas diferentes.
La enfermera informa 8-12 cmHg utilizando la escala relativa (o manométrica) que es aquella que localiza el cero de la escala en la presión del aire en que vivimos.
En cambio ese dato que te da la guía acerca de que la presión atmosférica (o sea la del aire en el que vivimos) vale 76 cmHg está dado en la escala absoluta (o barométrica) que es aquella que localiza el cero de la escala en un lugar donde efectivamente no hay presión alguna, por ejemplo en una botella en la que se evacuó todo el aire y no quedó nada, o en un lugar a 100 kilómetros de altura sobre la superficie terrestre donde ya no hay atmósfera ni aviones ni pajaritos.
La presión adentro del cuerpo es mayor que en el aire alrededor del cuerpo.
Si la enfermera informara ambas presiones diría 8-12 la de adentro del cuerpo y 0 la de afuera. O si nos informara del asunto un meteorólogo diría: vale 76 la presión del aire alrededor nuestro y 84-88 la arterial.
Pero... y si nos pinchamos en una piscina de agua, a 3 metros de profundidad... ¿saldrá sangre o entrará agua? |