La conciencia en el cerebro
Descifrando el enigma de cómo el cerebro elabora nuestros pensamientos
Fueron abundantes los argumentos que filósofos y derrotistas esgrimieron para tratar de convencernos que la ciencia nunca iba a poder descifrar el enigma de la mente, de la conciencia, del monólogo interno, del yo. Stanislas Dehaene, uno de los neurocientíficos más brillantes de la actualidad nos demuestra cómo conducirse -paso a paso- en la elucidación de este asunto que muchos acordaron en calificar como la última frontera de la ciencia.
Tal vez uno de los problemas mayores consiste en barajar esa dificultad mayúscula: la subjetividad. Se puede. Dehaene lo explica, lo ejemplifica con decenas de experimentos con los que se ha avanzado en la última década para abrir el escenario del mundo interior. Los experimentos son sencillos y robustos. Las conclusiones claras. Y la luz que echan encandilante.
El libro deja la agradable sensación de que el abordaje es consistente y que la conciencia cayó en la trampa del laboratorio, y ya no podrá salir de allí. Le comento las preguntas que el autor aborda en el último capítulo: ¿podemos determinar el momento preciso en que la conciencia surge por primera vez en los bebés? ¿Podemos decidir si un mono, o un perro, o un delfín están conscientes de su entorno? ¿Podemos resolver el acertijo de la conciencia de uno mismo, nuestra sorprendente habilidad de pensar acerca de nuestros pensamientos? ¿El cerebro humano es único en este sentido? ¿Aloja circuitos distintivos? Y si logramos analizar esos circuitos, ¿alguna vez podremos replicarlos en una computadora, dando lugar de este modo a la conciencia artificial? |