El espejismo de Dios
Ciencia y religión colisionan en casi todo. Permanentemente dicen cosas opuestas sobre los mismos asuntos. Y sin embargo una enorme cantidad de gente hace de cuenta que no existe tal contradicción. Mira para otro lado, o trata de no pensar en ello. Una minoría, incluso, se empeña en justificarlo argumentando que ambas se ocupan de esferas distintas, magisterios diferentes y no solapados.
Pero Richard Dawkins se rebela y denuncia la falacia con la que se pretende esconder una contradicción mucho más profunda: el pensamiento racional versus la burda irracionalidad. Comenzando por una definición operativa de Dios -no esa cosa ambigua que puede ser cualquier cosa o ninguna, sino el Dios personal, el que se ocupa de cada uno, el que está en todas partes, el que dicta mandamientos, el que erigen las religiones-, Dawkins continúa cuestionando ese respeto absurdo que se profesa en todas partes a la pertenencia religiosa: lo deroga.
La obra sigue con un plan de demolición prolijo y ordenado. No exento de pasión, ni humor, ni brillo; y con un discurso lógico y devastador culmina un texto de gran humanismo y esperanza. Es un hito de la cultura, un hito de la razón. Un punto de inflexión. Una frontera. |