Manejar con los oídos

     -¿No te enojás si te pido que bajes un poco esa música?

     -¿Por qué? ¿No te gusta?

     -No… es porque estoy manejando.

     -Pero qué… ¿vos manejás con los oídos?

     -Todo el mundo maneja con los oídos, sobre todo en los barrios silenciosos. Conductores y peatones: la información auditiva es uno de los componentes más importantes del manejo en el tránsito. Pero tiene un serio problema.

     -Cagamos… ya se viene una lección. OK, decime: ¿cuál es el problema?

     -El problema es que la audición nos manda información constantemente de manera inconsciente.

     -Inconsciente…

     -Sí, pero que sea inconsciente no quiere decir que no sea importante… y muchas veces fundamental.

     -Ahora sí: lograste confundirme.

     -Mirá, Charly… hay veces que –aunque no me creas- yo cruzo la calle sin mirar hacia los dos lados. Y te puedo asegurar que cruzo con tranquilidad y sabiendo que -por ejemplo- de la izquierda se aproxima un auto, y sé a qué distancia está el auto y a qué velocidad se me aproxima. Todo eso me lo dice mi audición que no es mala, ¡y me lo indica inconscientemente!

     -Ay, Gastoncito… tu oído debe ser exquisito.

     -Te aseguro que no, Charly. Todo el mundo lo hace.

     -No mientas, los sordos no lo hacen y conviven con nosotros y con el tránsito sin mayores inconvenientes.

     -Claro… es ahí donde está la cuestión inconsciente: los sordos se acostumbraron a transitar sin la información auditiva y se adaptaron –y muy bien- a ello. Pero nosotros, como se trata de algo insconsciente, o casi, cuando no disponemos de ella es un peligro. Imaginate que yo salgo a correr todas las mañanas y en mi circuito pedestre cruzo varias calles. Pero un día salgo a correr conectado a mi MP3: ese día corro un grave peligro. No sólo porque el audio puede distraerme, sino porque enmudece las alarmas de las que me guío siempre aún sin darme cuenta. A menos que yo sea consciente de este recurso elemental que te estoy describiendo y, entonces, ese día de sordera ambiental, extreme todos los cuidados con muchas más informaciones visuales.

     -OK, lo admito… pero en el auto es otra cosa.

     -No te creas… si así no fuera no existirían las bocinas, las sirenas ni todas las señales sonoras de tránsito. Creeme que manejamos mucho –aunque no lo sepamos- con los ruidos de los motores, de las ruedas, de las personas, de todo el ambiente. Sobre todo en los barrios silenciosos, es un componente importantísimo. Si sos sordo ya te adaptaste, por eso las señales siempre son sonoras y lumínicas… pero si tenés una sordera temporal por entrar a un barrio muy bullicioso, o por poner la música muy fuerte, o por hablar por teléfono, o por lo que sea… estás vos -y tu entorno- en peligro.

     -Y como siempre… pretenderás convencerme.

     -Me da lo mismo.

     -¡¿Comer marisco?!

     -¡¿Que llame a Federico?!

     -Bueno, vivo, me cazaste… yo bajo la música, pero vos manejá atento que nos vas a matar.

     -Sí, mi amor.