La frenada del chofer de ejecutivo

     Paramos en un semáforo y vi por la ventanilla cómo se frenaba el auto de al lado. Entonces se me ocurrió que podía revelarle a Charly uno de mis secretos.
    
Vos, que sos tan tuerca... seguro que no conocés la frenada del chofer de ejecutivo -Charly abrió bien los ojos, y yo supe que lo había intrigado.
     ¿La quéee?
     La frenada del chofer de ejecutivo. ¡Ja, ja, ja...! Ya me doy cuenta de que no la conocés... Es una habilidad para frenar que tienen muy pocos conductores y que tienen -sobre todo- los choferes de ejecutivos. Y consiste en frenar sin que los pasajeros se den cuenta.
     Gastón, si los pasajeros no se dan cuenta de que frenaste es porque no frenaste. ¡Salame!
     Sí, sí... me doy cuenta de que es difícil para vos... me refiero a un pasajero que no está mirando por la ventanilla ni prestando atención al tránsito. Por ejemplo un ejecutivo que está en el asiento de atrás leyendo el diario, o un informe... y no quiere que lo interrumpan.
     ¿Y quién se lo impide? Si el conductor es seguro, si maneja sereno, si el ejecutivo le tiene suficiente confianza... puede ir leyendo tranqui sin interrupciones.
     No. Lamentablemente no. Es inevitable que los pasajeros manejen junto con el conductor. Para no mirar el tránsito cuando sentís que el auto frena -en todo caso- hay que hacer un esfuerzo. Así funcionamos. Y aún cuando logres no mirar para afuera, la frenada te distrae.
     Supongamos que te creo... en qué se diferencia la frenada común de la frenada del ejecutivo.
     Del chofer del ejecutivo. ¿Técnicamente? ¿O en la práctica?
     De las dos.
     Cualquiera puede darse cuenta con sólo mirar. Esperemos al próximo semáforo. Mirá la cabeza del conductor -o de cualquier pasajero- en el auto de al lado. Con la frenada común en el último momento, en el último instante de la frenada -y sin importar si venías rápido o lento-, las cabezas de los pasajeros se van para adelante, y después -como si rebotaran- regresan al lugar. Un pequeño cabeceo hacia adelante. Justo en el último instante: cuando el vehículo se detiene.
     ¡Eso pasa siempre!
     No. Con la frenada del chofer de ejecutivo no pasa. Técnicamente es lo siguiente: la frenada común se hace a aceleración constante. En la frenada del chofer la aceleración de frenado debe ir disminuyendo durante el tiempo de frenado y hacerse cero justo en el momento de detenerse.
     ¡Andá...!, ¡quién te cree! Chino básico para cualquier hijo de vecino. Qué te pensás... ¿que los ejecutivos mandan a sus choferes a estudiar a Exactas?
     ¡Ja, ja, ja...! No... ¡no es tan difícil! Vos me pediste la explicación técnica y yo te la di... En la práctica es muy sencillo. Fijate: en una frenada común aprieto el pedal de freno con una cierta fuerza y mantengo mi pie en el pedal con la misma fuerza y lo suelto recién después de que el auto esté detenido. En cambio, en la frenada del chofer, aprieto con cierta fuerza cuando empiezo a frenar y lo voy soltando durante la frenada, de modo tal que justo en el momento en que el auto se detiene el pedal ya no está presionado.
     Sigue siendo complicado.
     Pamplinas. Lo practicás unas cuantas veces... y al toque te sale bien. Después ya lo incorporás naturalmente y a partir de ahí no te sale frenar de otra manera. Ya podés salir a buscar laburo como chofer de la city.
     Bueno... pero si vengo rápido y tengo que frenar con urgencia... no hay Gastón Perkins que logre evitar el cabeceo.
     No te creas. A menos que se trate de una frenada brusca, como para evitar un accidente, todas las frenadas se pueden hacer de ese modo. No importa si venías a 10 o a 100 kilómetros por hora... siempre podés partir el tiempo de frenado en dos: un primer momento en que te asegurás la frenada y un segundo momento -el último tramo de frenado- en que suavizás la detención.
     ¿A ver? Haceme algunas frenadas de las dos maneras...
     De ahí hasta que lo dejé en la puerta de su casa, aproveché todos los semáforos en rojo para mostrarle a Charly la diferencia. Por más lento que se moviera el auto, si lo frenaba del modo corriente se producían nuestros cabeceos. Y también le hice algunas frenadas subidas de tono, pero con el método del chofer de ejecutivos. Charly sonreía. En una de ellas lo vi cerrar los ojos y al abrirlos me dijo:
    
Tenés razón... no me di cuenta de cuándo se detuvo.


 
 
 
    
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