Manejar con la bocina

Hay conductores que no saben manejar sin la bocina. No solamente cometen una infracción sino que la enorme mayoría de las veces que la utilizan no ganan absolutamente nada, la usan algo así como una puteada. Alguna vez escuché: “yo nunca choqué, siempre usé mucho el espejito retrovisor y la bocina”. Mire, por lo del espejito lo felicito, pero por lo de la bocina temo informarle que debe tratarse usted de un muy mal conductor. El buen conductor no usa nunca la bocina salvo en el caso en que está indicado. ¿Y cuándo está indicado utilizar la bocina? Exclusivamente cuando su uso puede evitar un accidente.

No sé si me explico:

  • no debe usarse la bocina para sobrepasar un vehículo;
  • no debe utilizarse para avisar que uno viene por un carril, o sea, si un vehículo adelante nuestro avisa que está por entrar en nuestro carril hay que aminorar y permitirle el paso, el aviso puede ser con el guiño o con la actitud;
  • no debe utilizarse para pedirle al conductor de adelante que arranque o que se apure;
  • no debe utilizarse para avisar a otro conductor lo que sea;
  • no debe utilizarse para indicarle a una señorita que nos gusta, a nadie y menos que menos a la señorita le interesa;
  • no debe usarse para frenar en la puerta y avisar que llegamos;
  • no debe utilizarse como sucedáneo de una puteada… cuando usted maneja lo que debe hacer es no putear.

Tal vez algún lector suponga que soy algo quisquilloso. Voy a tratar de demostrarle que no se trata de eso indicándole tres motivos.

El primero. El uso indiscriminado de la bocina aumenta la polución sonora y genera estrés… miles o millones de personas lo sufren, con el plus negativo siguiente: el estrés genera más estrés.

El segundo motivo por el que hay que hacer uso de la bocina sólo cuando corresponde es que la bocina le habla a todos, no sólo al destinatario que el tocador de bocina pretende llamar la atención sino a todos. Y son todos los que se alarman o distraen o intentan entender qué ocurre y que inevitablemente dejan de prestar atención a su propio manejo, o sea, la bocina genera peligro.

El tercer motivo es éste. En un clima de uso indiscriminado (e imprudente) de la bocina, cuando ésta es necesaria para evitar un accidente la gente ya se acostumbró a que no debe prestarle mucha atención, que lo más probable es que algún idiota le tocó bocina al auto de adelante porque dobló en la esquina sin poner el guiño, pero esa vez era para él y la camioneta se lo lleva por delante.

     -¿Terminaste?, me preguntó Charly sin mirarme.

     -Sí, le respondí.

     -A mí en este caso no tenés nada que decirme, yo no uso la bocina porque la tengo descompuesta.

     -Mal hecho. No usar la bocina cuando corresponde es una irresponsabilidad muy grande-. No entiendo cómo Charly y yo seguimos siendo amigos.