El mundo y sus demonios

Este libro -que se nota que fue escrito sabiéndose que era el último- se convierte, a poco de empezar, en un descarnado y desesperado alegato en favor de la ciencia. La primera parte aborda con inusual maestría los temas que rebelaron a Sagan desde su juventud: los ovnis, las hadas, y cualquier otro demonio. Con minuciosa prolijidad los ubica en su verdadera dimensión histórica y social, y advierte sobre el peligro que significa para el mundo seguir albergando esos parásitos en la conciencia humana.

Es un texto que indudablemente hubiera estado prohibido no sólo durante la inquisición, sino también en la Norteamérica de Mc Arthur y en la Argentina de Videla. Es difícil asignarle una nacionalidad a este verdadero Citizen del Siglo XX. Sobre todo a nosotros, los científicos, nos compromete, nos conmina a dar la batalla por el pensamiento racional, crítico y escéptico sin el cual al mundo le quedan pocas esperanzas. Y nos alienta con razones de fuerza mayor y hasta con sabios consejos. En el capítulo 19 se pregunta: “¿por qué tiene que ser tan difícil para los científicos transmitir la ciencia?”; la respuesta resulta claramente aplicable a nuestros cursos. “Algunos científicos -incluyendo algunos muy buenos- me dicen que les encantaría hacer divulgación, pero que carecen de talento para ello. Dicen que saber y explicar no es lo mismo. ¿Cuál es el secreto?”

“Yo creo que sólo hay uno: no hablar al público en general como uno lo haría con sus colegas científicos. Hay términos que transmiten un significado al instante y con precisión a compañeros expertos. Uno puede encontrarse esas frases todos los días en el trabajo profesional, pero sólo sirven para confundir a una audiencia de no especialistas. Utilice el lenguaje más sencillo posible. Por encima de todo, recuerde lo que pensaba antes de entender usted mismo lo que está explicando. Recuerde los malentendidos en los que estuvo a punto de caer y señálelos explícitamente. Mantenga en mente con firmeza que hubo una época en la que no entendía nada de todo esto. Recapitule los primeros pasos que lo llevaron de la ignorancia al conocimiento. Nunca olvide que la inteligencia natural está muy ampliamente distribuida en nuestra especie. Ciertamente, es el secreto de nuestro éxito”.

 

El mundo y sus demonios
La ciencia como una luz
en la oscuridad

Carl Sagan
Buenos Aires, 1997
Planeta, 496 páginas