Las constantes de la naturaleza

Este libro lo obligará a repensar todo. Somos una mota de polvo flotando en un vastísimo universo, macanudo. Pero en esa mota de polvo estamos nosotros, mirándolo... y mirándonos. La diferencia de tamaño entre ese universo gigante y ese planeta insignificante llamado Tierra es poca cosa comparada con la gigantesca casualidad (si se trata realmente de una casualidad) de que nosotros existamos para poder observar un universo observable por nosotros.

Al caer los dados salieron los números de las constantes de la naturaleza: la velocidad de la luz, la constante de Plank, la de gravitación universal, y otras pocas -muy pocas- más. Y se armó el universo, y aparecimos nosotros. Los números de las constantes podrían haber sido cualesquiera; sin embargo fueron los que son. Podrían haber diferido en una milésima, en una millonésima de lo que son... pues... ya no estaríamos acá.

A partir de este razonamiento se replantea un nuevo principio antrópico duro de roer. Barrow es un divulgador excelente. No sólo va a sorprenderlo, conmoverlo, alarmarlo, asustarlo, atraparlo: lo va a llevar de paseo por las fronteras del conocimiento. Usted se va a sorprender, para empezar, de que podamos estar formulándonos ciertas preguntas. Y para continuar... no deje de leer este libro delicioso, e intente sobrevivir a la experiencia.

 

Las constantes de la naturaleza
John D. Barrow
Madrid, 2006
Crítica (Drakontos), 368 páginas.

    
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