Las lecciones del Maestro Ciruela
La ecología y el buen salvaje

El mito del buen salvaje consiste en creer o suponer que los humanos en estado salvaje eran buenos y pacíficos y que toda la maldad del mundo es una consecuencia nefasta de la civilización. Se trata sencillamente de una creencia ingenua pero sobre todo falsa.

Una variante del mito nos dice que las tribus pimitivas tenían un sentido ecológico, respetaban la tierra, contribuían a su equilibrio biológico, etcétera.

Existe un costado político, no del todo cuestionable, que sustenta el mito pero sin duda se basa en la más simple y cruda ignorancia. Los estudios científicos demuestran más allá de toda duda razonable que las sociedades primitivas eran tan depredadoras de su entorno como lo es la civilización actual. Decenas de especies de mamíferos -algunos de ellos gigantes- fueron no sólo diezmadas sino directamente extinguidas por las sociedades primitivas en todo el planeta y en todo tiempo. Ecosistemas enteros fueron arrasados por pueblos prehistóricos muchas veces pagando ellos mismos el precio por la devastación.

La única diferencia entre ellos y nosotros, sus descendientes, es la escala del daño ecológico. El disturbio es directamente proporcional al número de habitantes (hoy y siempre), y proporcional a la enésima potencia del nivel tecnológico.

No todo está perdido, pero el sombrío destino final se alimenta fundamentalmente de las mentiras y de la ignorancia.

 
   
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